LA REVOLUCIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO

por Pedro Rodríguez Castañeda | Nuestro planeta

La Revolución del Cambio Climático

Por Pedro Rodríguez Castañeda

“C’est une révolte” (esto es una revuelta), fueron las palabras que el 14 de julio de 1789 el rey francés Luis XVI exclamó al conocer por el duque de Liancourt la caída de la Bastilla en Paris. Sin embargo, Liancourt le corrigió: “Non, sire, c’est une révolution”(no, señor, esto es una revolución). Luis XVI invocaba su poder para atajar la conspiración y el desafío a su autoridad, pero Liancourt le responde que lo sucedido es superior a su poder y, por lo tanto, irresistible.

Este acontecimiento tan decisivo, como fue, en el trascurso de la historia para la humanidad, debería servirnos para reflexionar y analizar qué semejanzas existen actualmente con aquella época vivida. Desde luego la sociedad es muy distinta tecnológicamente y, sobre todo, nada tiene que ver con las características personales existentes referidas a la libertad. Sin embargo, en ambos casos existen algunas características comunes: incertidumbre, miedo, y necesidades cotidianas, que no sabemos hacia donde nos llevaran, ya que el poder establecido en la clase política actual, no solo en España sino en todo el mundo, reúne una mediocridad que muchas veces produce escalofríos. Individuos que teniendo en sus manos los medios necesarios para hacer la vida más positiva a sus conciudadanos, no les preocupa otra cosa que conseguir una situación de privilegio, casi siempre económica, para ellos y para los suyos, ya sea familia, clase social, ideología o regionalidad.

Desde la Revolución Francesa se han producido muchas revoluciones:  la revolución rusa, la revolución china o incluso la americana podríamos tomarlas como referencias por su importancia. Sin embargo, en este articulo quiero referirme a otras de ámbito mundial, y que están dentro de lo que podemos llamar revoluciones tecnológicas: la Inteligencia Artificial (IA), la digitalización, la comunicación instantánea desde cualquier parte del mundo, la biotecnológica, la robótica, el blockchain y, ahora, especialmente, la concienciación ineludible sobre el Cambio Climático. Cuando hablo de concienciación me refiero a que la sociedad en su conjunto es consciente de un grave problema ya conocido y estudiado científicamente desde hace décadas, pero que cada país, cada organización, cada individuo lo percibe según su propio interés.

LA REVOLUCIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO

La superpoblación mundial (7.800 millones de individuos), el consumismo establecido, y la falta de criterios globales para hacer frente a la realidad nos lleva a un descontrol medioambiental que es preciso considerar prioritario en estos momentos, por encima de los puestos laborales, de la competencia, o de cualquier otra consideración ideológica, sea económica o política.

Efectivamente, la importancia de este Cambio Climático dio lugar a reuniones organizadas por Las Naciones Unidas (ONU) con las siglas COP y que proceden del  inglés Conference of the Parties (Conferencia de las Partes), para designar a los países o partes que han suscrito La Convención Marco de Naciones Unidas contra el Cambio Climático(CMNUCC), el número que acompaña a las siglas COP enumera ordinalmente la  reunión en cuestión, así pues, la COP 1 fue la primera y se produjo en Berlín en el año 1995. Sería prolijo hacer una descripción de todas y de cada una de ellas, pero  para tener una idea, al menos somera, de cómo se comenzó a tratar este asunto del Cambio Climático  permítanme algunos datos.

Fue precisamente en Rio de Janeiro, del 3 al 14 de junio de 1992, cuando se celebro la primera reunión organizada por la ONU bajo el titulo de “Cumbre de la Tierra de Rio de Janeiro”, donde se aprueba la Convención de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y se aclara el concepto de Desarrollo Sostenible.

Después ha habido otras muchas reuniones, de especial importancia fue la celebrada en Kyoto, en la que bajo el titulo “Tratado de Kyoto”, se llega al acuerdo de reducir la emisión de seis gases de efecto invernadero como los causantes del calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), oxido nitroso (NO), metano (CH4), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6). El acuerdo suscrito el 11 de diciembre de 1997, entro en vigor el 16 de febrero de 2005. Sobre este importante acuerdo, que tardo casi ocho años en formalizarse, en noviembre de 2009, 187 países participantes en la cumbre lo habían ratificado, aunque Estados Unidos y China nunca lo hicieron a pesar de ser los países más contaminantes del mundo.

Otra de estas reuniones, que merecen la pena destacar, por los temas tratados, fue la celebrada en Copenhague el 18 de diciembre de 2009, en ella se trataron asuntos de gran relevancia: exclusión social, represión policial, papel de las organizaciones sociales (ONG), exclusión de los países del sur, tomas de decisiones de Jefes de Estado, y cambio de las reglas existentes.

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Más reciente ha sido la reunión de París, XXI Conferencia sobre el Cambio Climático, celebrada del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2015, en esta reunión 195 países llegaron al acuerdo histórico, y que entrara en vigor este año 2020 de limitar el aumento de dos grados centígrados  la temperatura en este siglo XXI. Para hacer frente a este reto se han movilizado 100.000 millones de dólares americanos para ayudar a los países en vías de desarrollo a conseguir este objetivo, y debería haber sido vinculante para todos los países del mundo. Cuando digo debería, es porque a día de hoy no está claro que vaya a ser así, otra vez los grandes contaminadores China y Estados Unidos imponen su criterio.

Otra reunión que merece ser resaltada es la reunión de Bonn, celebrada entre el 6 y el 17 de noviembre de 2017, bajo la denominación COP 23, para avanzar en los acuerdos de París, donde se aprobó el diseño y las modalidades del dialogo facilitador (Dialogo de Talanoa) para 2018. Pero tampoco deberíamos olvidarnos de la Alianza de Marrakech para la Acción Climática Global COP 22, donde se pretendió acelerar las acciones sobre el Cambio Climático.

 Con estos antecedentes, llegamos a la COP 25 celebrada en Madrid entre los días 2 y 13 de diciembre de 2019, que dado que se tendría que haber celebrado en Chile, se ha denominado COP 25 Chile/Madrid. En esta reunión, en la que se habían depositado tantas esperanzas, ha habido una coincidencia total en definir los resultados como agridulces.

Todos los países participantes han estado de acuerdo en  remarcar la importancia que tiene la emisión de CO2 en el Cambio Climático, pero ha sido imposible llegar a un consenso sobre el mercado del carbono. Sin embargo, ha aparecido una iniciativa, a pesar de la oposición de Brasil, para iniciar un estudio programático sobre el océano y el uso que se hace de la tierra, estudio que se realizará en el marco de la ONU, y que  nos proporcionará datos para conocer cómo influyen  en el Cambio Climático y qué debemos hacer para adaptarnos al mismo.

Ante esta situación pendiente, no nos queda otro remedio que esperar a la próxima reunión, que se celebrara este año 2020 en Glasgow, y desear que los países más contaminantes sean conscientes de los daños ocasionados al resto del planeta, y así conseguir acuerdos en beneficio de todos.

Por otro lado, para tener una idea completa de todas estas acciones descritas, es muy importante resaltar la aprobación en septiembre de 2015, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Estos abarcan 17 objetivos: eliminación de la pobreza, seguridad alimentaria, salud, educación, igualdad de género, agua, energía, crecimiento económico, empleo, infraestructuras resilientes, desigualdades, seguridad, consumo sostenible, cambio climático, recursos marinos, biodiversidad, sociedades pacificas, y por último, alianza mundial para el desarrollo sostenible. A su vez, estos ODS abarcan 169 metas relacionadas con la esfera económica, medioambiental y social, conocidos como AGENDA 2030, que deberían ser referencia para todos, especialmente para aquellos países “más adelantados”, es decir, para los más contaminadores.

LA REVOLUCIÓN DEL CAMBIO CLIMÁTICO

“El hombre, en cuanto creador del artificio humano, ha sido siempre un destructor de la naturaleza humana” manifestaba Hanna Arendt, y así lo veo yo al constatar la basura que producimos. Contaminamos las calles, los bosques, los ríos, los mares y la atmosfera, haciendo cada día más difícil la supervivencia de muchas especies animales y plantas, lo que podrá  dificultar drásticamente el futuro de las nuevas generaciones. También es cierto, sin embargo, que el hombre siempre se ha adaptado a nuevas condiciones más rápido de lo que a él le habría parecido posible. Cuando el entorno cambia nos vemos condicionados inconscientemente y, además, deberíamos  percibir que es necesario actuar, con prudencia y sentido común. Tocqueville expresó: “Cuando el pasado deja de arrojar luz sobre el futuro, la mente del hombre vaga en la oscuridad”.

Aprovechemos estas reuniones multinacionales para establecer nuevos acuerdos, y aunque no logremos definir con claridad esta crisis climática, seamos conscientes que esta nueva situación nos llevará a adoptar nuevas costumbres, diferentes patrones y nuevas reglas, que se solidificarán, en una nueva moralidad para este tercer milenio.

#SiempreGraZie


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Sobre la autoría

Pedro Rodríguez Castañeda

Pedro Rodríguez Castañeda

D. Pedro Rodríguez Castañeda
Licenciado en Ciencias Químicas, especialidad Industrial, en la Universidad de Valladolid.
Máster en Dirección y Administración de empresas, por ESDEN. Máster en Formación para directivos Gustav Kaeser y Máster en estudios avanzados de Filosofía, por la Universidad Complutense de Madrid.
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
Resaltar, además de la formación, los trabajos realizados: dos años en la Universidad de Valladolid en la catedra de Química Orgánica, realizando la TESIS doctoral. Tres años como jefe de Laboratorio en Sociedad General Azucarera (SGA) y varios años trabajando con diferentes multinacionales del sector médico. Esta formación y experiencia me llevó a constituir mi propia empresa, PAIPEISA, S.A, a la que he dedicado más de tres décadas y donde he conseguido mucho más de lo esperado.

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