SOMOS INVISIBLES…

por Esther Mendoza | Compromiso social, Esther Mendoza

SOMOS INVISIBLES…

© Esther Mendoza

¿Qué ha sucedido para que, de repente, nuestra experiencia y sabiduría ya no sean suficientes y queden relegadas a la sombra?

Así comienza la historia de un problema que carcome silenciosamente las entrañas de nuestra sociedad moderna: la exclusión de mujeres y hombres seniors del ámbito laboral.

Como una mecedora olvidada, que por su valor sentimental no es abandonada en un cubo de basura marcado con un «no reciclable,» nos balanceamos entre estar fuera de juego, según el criterio de muchos, y el valor y respeto de otros.

Nos sentimos desubicados en un mundo que valora la juventud por encima de todo. El descarte de las personas de la generación X no solo impacta económicamente, sino que también hiere profundamente nuestro sentido de pertenencia. Nos convertimos en un colectivo invisible, relegado a un rincón oscuro donde la frustración y la ansiedad son nuestras compañeras constantes.

El rechazo laboral no es solo un problema de desempleo; es una herida abierta en el tejido de nuestra comunidad. Cada vez que una mujer o un hombre de más de 50 o 60 años es ignorado, perdemos la oportunidad de aprender de sus vivencias, su resiliencia y su infinita capacidad para adaptarse y superar adversidades.

¿Cómo puede una sociedad avanzar si no honra a quienes han pavimentado el camino con su esfuerzo incansable?

Contratar a seniors no es un acto de compasión; es una decisión estratégica y sabia. 

Como dice mi amiga Custodia Ponce fundadora y CEO de GraZie Magazine, los de nuestra generación no cumplimos años, acumulamos juventud.

La experiencia acumulada a lo largo de los años es un tesoro, una fuente de conocimientos que no se encuentran en libros ni en cursos de formación. Ellos han presenciado y se han adaptado a transformaciones económicas, tecnológicas y sociales, navegando por las aguas turbulentas del cambio con una calma y determinación que solo el tiempo puede otorgar.

Dominan la frustración con maestría y practican la resiliencia, resultado del arte de levantarse de cada caída con dignidad y gratitud; un aprendizaje que trasciende, en muchos casos, las creencias limitantes humanas y sociales.

Un senior es una apuesta segura. Aporta una ética de trabajo forjada en el fuego de la responsabilidad y la dedicación. Su compromiso y lealtad son inquebrantables, y su presencia en el equipo puede inspirar a los más jóvenes. La inclusión de mujeres y hombres mayores no solo fortalece a las empresas, sino que también envía un mensaje poderoso de respeto y valía hacia aquellos que han dado tanto de sí mismos.

Algunos países ya reconocen este valor. En Japón, por ejemplo, se valora altamente la experiencia de los trabajadores mayores. En Alemania, los programas de mentoría entre empleados seniors y jóvenes están floreciendo, creando un intercambio bidireccional de conocimientos y habilidades que enriquece a todos. Estas iniciativas no solo mejoran la cohesión social, sino que también impulsan el desarrollo sostenible de las organizaciones.

Imaginen por un momento una política nacional que promueva la contratación de estos profesionales. Sería un avance en términos de igualdad, un reconocimiento a su labor incansable a lo largo de la historia. Un acto de justicia, una forma de decir «gracias» a todos esos hombres y mujeres que han construido el mundo en el que vivimos hoy.

SOMOS INVISIBLES

Sería un acto de justicia, una forma de decir «gracias» a todos aquellos que han construido el mundo en el que hoy vivimos…

La historia de nuestra civilización está tejida con los hilos invisibles del sacrificio y la sabiduría de nuestros sabios adultos. Ignorarlos es un acto de desapego y miopía. Al abrir las puertas del ámbito laboral a estas personas, les devolvemos su dignidad, algo que ya es suyo, además de prosperar como sociedad.

Debemos apostar por una filosofía donde la experiencia y la juventud coexistan en armonía, donde un hombre o una mujer mayor no sean vistos como un peso, sino como una luz que guía y enriquece. Al abrazar la incorporación de este colectivo, no solo damos un paso hacia un futuro más justo y equitativo, sino que también honramos la labor de todos aquellos que, con su fortaleza y sabiduría, han dejado una huella significativa.

En este reflejo íntimo y profundo, encontramos la urgencia de transmutar nuestra perspectiva, de valorar a cada persona por su verdadero potencial y de levantar  una comunidad que no deje a nadie atrás.

En la experiencia de cada hombre y mujer por encima de los 50 reside la clave para un futuro más sabio, más humano y más justo.

#SiempreGraZie


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Sobre la autoría

Esther Mendoza

Esther Mendoza

Coach - Formadora y Escritora

 “Todos tenemos una versión de nosotros mismos que no siempre es fiel a la realidad...” 

Como formadora, escritora y filántropa, cada individuo y su historia posee un valor intrínseco que resuena en lo más profundo de mi ser. 

Atraída por el potencial humano, creativa y espiritual. Con una curiosidad innata que me lleva más allá, las personas despiertan mi vocación y dedicación en ayudarlas a experimentar cambios duraderos y satisfactorios, de ahí mi formación en coaching y desarrollo personal. 

Y aunque estudié Historia y Ciencias Religiosas, eso no fue más que el principio para seguir adquiriendo conocimientos en otras áreas que me facilitasen herramientas para una comprensión más completa de cómo puedo ser de utilidad a los demás. 

Mi otra pasión, la escritura. Esta se ha convertido en mi compañera constante, un canal a través del cual puedo dar voz a las emociones que a veces se resisten a ser expresadas de manera oral. Sin los renglones de un momento, una historia, un sentimiento o una ficción dejaría de ser yo… 

Cada interacción, ya sea a través de la palabra hablada, la escrita o el lenguaje no verbal, es una oportunidad para conectar y alimentar esa parte de mí que siempre pide más… 

Gracias GraZie Magazine por hacerme un hueco en vuestro mágico mundo. 

#SiempreGraZie


 

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