La ciencia investiga desde hace ya tiempo las «zonas azules del mundo», aquellas regiones donde la longevidad es significativamente mayor que en el resto del planeta. De entre todas, el primer lugar lo ocupa Okinawa, una isla al sur de Japón con un clima subtropical que proporciona una fértil naturaleza y biodiversidad.
Este destino asiático es único al ofrecer una imagen muy diferente a la que tenemos de Japón de grandes rascacielos, aglomeraciones y luces de neón. Si buscas historia, cultura, tranquilidad, playas con aguas cristalinas y bucear con tortugas y peces de colores, Okinawa no te defraudará.
A pesar de ser la prefectura más pobre del país, los habitantes de esta isla ostentan el privilegio de ser los que viven más y mejor del planeta. Concretamente, la localidad más longeva del mundo se encuentra en Ogimi, un núcleo rural de 3.000 habitantes en el norte de Okinawa que ha recibido el nombre popular de “aldea de los centenarios». Sus residentes destacan por tener un 40% más de probabilidades de vivir más de 100 años que sus compatriotas japoneses.
Pero lo extraordinario no es solo eso, sino su excelente estado de salud. Las enfermedades coronarias, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer, principales causas de mortalidad en Occidente, tienen aquí la tasa de frecuencia más baja del mundo. Por este motivo no es de extrañar que hayan sido muchos los estudios interesados en conocer cuál es el elixir de su vitalidad. Todo apunta a que el secreto se encontraría en una mezcla perfecta entre estilo de vida activo, dieta moderada en calorías y una filosofía existencialista y vital.
Cabe destacar también que en este lugar a medio camino entre Taiwán y el resto del territorio japonés impera un modo de vida tranquilo basado en la vida comunitaria y vital que se conoce como ‘ikigai’ (“razón de ser”). Se trata de algo que solo tú puedes hacer como una misión personal, un objetivo que da sentido a la existencia y lo que te hace levantarte cada mañana de la cama. Una pasión de vida que sirve para que los habitantes de esta isla se sientan útiles y les aporte la felicidad necesaria.
De hecho, en Japón no se habla de jubilación, sino que las personas siguen trabajando en aquello que aman hasta que la salud se lo permite, y eso es mucho tiempo porque en el país del sol naciente siguen una vida muy saludable y activa, aún siendo ancianos, lo que retrasa enfermedades y alarga la vida. Los habitantes de Okinawa disfrutan de las pequeñas cosas, celebran la vida, viven felices en comunidad siendo partícipes de la vida vecinal, son apasionados, cultivan la tierra y cada uno tiene su propio ‘ikigai’.
Para ellos si amas lo que haces nunca dejas de hacerlo, ¿qué diferente es la visión occidental del trabajo y la jubilación verdad? Algunas personas consiguen dar con su ‘ikigai’ y han seguido esa pasión que les ha aportado una larga vida. Otras, en cambio, o no le dan el sitio que se merece y pasan su vida desoyéndolo, o bien no lo han encontrado todavía.
CONEXIÓN “MOAI”, LA AYUDA MUTUA
Otra de las tradiciones ancestrales de Okinawa es la de crear lazos fuertes entre las comunidades locales, grupos de personas que tienen intereses comunes tratan de ayudarse entre sí. Y es que para muchos, el servicio a la comunidad se convierte en uno de sus ‘ikigais’.
El origen del ‘moai’ viene de los tiempos difíciles, cuando los agricultores se juntaban para intercambiar información sobre las mejores formas de cultivar, así como para ayudarse entre ellos en caso de que la cosecha no fuera bien ese año. Los miembros tienen que pagar una cantidad mensual establecida. Este pago les permite asistir a reuniones, cenas, partidas de shogi (el ajedrez japonés) o a cualquiera que sea la afición común que tengan.
El dinero de todos es usado en las actividades y, si se acumula demasiado, un miembro (van rotando) recibe una cantidad de dinero también establecida. Por ejemplo, si pagas 5000 yenes al mes, al cabo de dos años recibes 50.000 yenes (es una forma de ahorrar con la ayuda de los otros), y al cabo de dos años y un mes será otro amigo del mismo ‘moai’ quien cobra 50.000 yenes. Pertenecer a un ‘moai’ ayuda a mantener la estabilidad emocional y también la financiera. Por ejemplo, si alguien del grupo se encuentra en apuros se le puede adelantar la “paga” de ahorros del grupo.
Dicho esto, si aún no has encontrado tu ‘ikigai’, esa pasión que tienes escondida y que espera para florecer, tal vez deberías hacer ese ejercicio de escucha para poder darle el lugar que le corresponde y disfrutarlo. La recompensa a esta búsqueda interior será una vida más larga y feliz.
LAS 10 RAZONES DEL “IKIGAI”
Mucho se ha estudiado ya sobre la filosofía de vida existente en esta longeva isla de Japón y se han llegado a algunas conclusiones que podrían ser las claves para vivir más y mejor:
1 Estar siempre activo
Quien abandona las cosas que ama y sabe hacer, pierde el sentido de su vida. Por eso, incluso después de haber terminado la vida laboral “oficial”, es importante seguir haciendo cosas de valor, avanzando, aportando belleza o utilidad a los demás, ayudando y dando forma a nuestro pequeño mundo.
2 Tomarse las cosas con calma
Las prisas son inversamente proporcionales a la calidad de vida. Como dice un viejo proverbio: “Caminando despacio se llega lejos”. Cuando dejamos atrás las urgencias, el tiempo y la vida adquieren un nuevo significado.
3 No comer hasta llenarse
También en la alimentación para una vida larga, “menos es más”. Según la ley del 80%, para preservar la salud mucho tiempo, en lugar de atiborrarse hay que comer un poco menos del hambre que tenemos.
4 Rodearse de buenas amistades
Son el mejor elixir para disolver las preocupaciones: con una buena charla, contar y escuchar anécdotas que aligeren la existencia, pedir consejo, divertirnos juntos, compartir, soñar… En suma, vivir.
5 Estar en forma
El agua que se mueve, fluye fresca y no se estanca. Del mismo modo, tu vehículo para la vida necesita un poco de mantenimiento diario para que pueda durar muchos años. Además, el ejercicio segrega las hormonas de la felicidad.
6 Sonreír
Una actitud afable hace amigos y relaja a la propia persona. Está bien darse cuenta de las cosas que están mal, pero no hay que olvidar el privilegio de estar aquí y ahora en este mundo lleno de posibilidades.
7 Reconectar con la naturaleza
Necesitamos regularmente volver a ella para cargar las pilas del alma. Aunque la mayoría de los seres humanos vivan en ciudades, estamos hechos para fundirnos con la naturaleza.
8 Dar las gracias
A tus antepasados, a la naturaleza que te provee aire y alimento, a tus compañeros de vida, a todo lo que ilumina tu día a día y te hace sentir dichoso de estar vivo. Dedica un momento del día a dar las gracias y aumentarás tu caudal de felicidad.
9 Seguir tu “ikigai”
Dentro de ti hay una pasión, un talento único que da sentido a tus días y te empuja a dar lo mejor de ti mismo hasta el fin. Si no lo has encontrado aún, como decía Viktor Frankl, tu próxima misión será encontrarlo.
10 Vivir el momento
No te lamentes por el pasado ni temas por el futuro. Todo lo que tienes es el día de hoy. Dale el mejor uso posible para que merezca ser recordado.
Jesús Buitrago
Periodista apasionado de los viajes, con miles de kilómetros de experiencia a sus espaldas tras recorrer los conco continentes.
INSTAGRAM: sueco_finlandes
Sobre la autoría
Periodista apasionado de los viajes con miles de kilómetros de experiencia a sus espaldas tras recorrer los cinco continentes y más de 100 países.
Instagram: sueco_finlandes