TANZANIA, la cuna del Rey León

por Jesús Buitrago | Jesús Buitrago, Viajes

Hablar de Sabana es hablar de Tanzania. Pueden haberte contado mil historias de animales, pero la única verdad es que la naturaleza en estado puro y sin adulterar la encontrarás en este país africano por descubrir. Pocos se pueden imaginar lo que van a vislumbrar con sus propios ojos en los diversos parques naturales de Tanzania. En un concurso de quién tiene más animales, como niños jugando con los cromos, siempre gana esta antigua colonia británica.

Leones, guepardos, elefantes, jirafas, cebras, rinocerontes, leopardos, cocodrilos… en Tanzania los encontrarás todos y sin tener que afanarte en buscar hasta debajo de las piedras. El turismo apenas ha explotado en un país que no sólo disfruta de una fauna única. También hay cultura autóctona con las diversas tribus Massai Mara viviendo sin electricidad, sin privilegios ni mucho menos tecnología. Y qué decir de la montaña más alta y enigmática de África, el Kilimanjaro, un coloso que hipnotiza con su bella estampa como la luna llena.

Tanzania, la cuna del Rey León

En Tanzania encontrarás carne quizá jamás hayas degustado, vivirás el choque cultural entre cristianos y musulmanes (siempre en respeto entre ellos) y te enamorarás de unos atardeceres que parecen ir en slow-motion. El elevado precio de los safaris se justifica en una experiencia irrepetible para los sentidos. Un sueño que hay que vivir una vez en la vida tarde o temprano para valorar la belleza del mundo en el que vivimos.

¿QUÉ VER?

TANZANIA, la cuna del Rey León

Entrando en materia, lo ideal es contratar un safari compuesto por seis días y cinco noches con una compañía con experiencia, con un guía que hable perfectamente castellano y que os ofrezca un buen itinerario dependiendo de la época que se trate. Disfrutar de un león en libertad o ver cómo las hienas cazaban a sus presas en directo eran cosas que sencillamente se hacían realidad con sólo pedirlo.

Nuestra elección fue hacer el safari mediante un todoterreno equipado con todo tipo de comodidades y con capacidad para seis personas. El vehículo con el que viajábamos contaba con un techo que se elevaba cuando nos acercábamos a los animales. Destacó sobremanera la forma de respetar los caminos y la decisión de incomodar a los protagonistas del safari. Éramos espectadores de lujo de un espectáculo en directo de la naturaleza.

Tanzania, la cuna del Rey León

De todos los parques nacionales que visitamos debemos recalcar que cada uno tenía un encanto especial. Los felinos, especialmente los leones y los guepardos, se ubicaban en el Serengeti y sus interminables explanadas. Allí era común ver cazar en directo a los reyes de la sabana africana con los ñus y los búfalos como principales presas. Te dejará sobrecogido ver a las hienas como uno de los animales más temidos de todos. “Es el único que se muere y nadie va a comérselo porque su carne es venenosa”, advierten los guías.

La fortuna se alió con nosotros para ver en primera persona cómo funciona el ciclo de la vida en este lado del mundo. Un ñu fue cazado y varias hienas se lo comieron hasta contentar su estómago. Tanto comieron algunas que se tuvieron que marchar a una charca para refrescar el cuerpo. Tras la hiena aguardaban, no sin pelea por la posición los buitres. Su velocidad comiendo a la presa es digna de estudio. Y tras ellos y para las migajas que quedaban aparecieron los chacales y los zorros. En un abrir y cerrar de ojos más 100 kilos de animal habían desaparecido. La ley del Serengeti.

Menos virulento, pero igual de espectacular es el Parque Nacional de Tarangire. Allí los elefantes son los dueños y señores de todo junto a los búfalos. Pocos felinos se atreven a pasear por allí y los que lo hacen se suelen ocultar en árboles para no ser vistos. Los elefantes, pese a todo, no se fían y son muy sobreprotectores con sus crías. Existe un serio peligro de que pierdan los estribos si ven una amenaza potencial, lo mismo que pasa con unos búfalos que van siempre en manada para no recibir emboscadas.

Tanzania, la cuna del Rey León

En el cráter del Ngorongoro, sin embargo, esas encerronas sí están a la orden del día. Quizá sea el parque natural con más variedad de animales, pero existe una guerra fría entre todos que es patente. Nadie se mueve sin compañía de los suyos. Las leones, que son las que suelen cazar, esperan en lo más alto de la colina a que alguien se quede desprevenido para atacar preferentemente a las crías. Las jirafas, que aquí son mayoría, utilizan sus patas como cómplices para defenderse de hipotéticas amenazas, incluidas las del rinoceronte negro, un animal casi extinto pero que cuando sale a cazar no falla.

Cerca del Ngorongoro está el lago Manyara, el paraíso de los flamencos y diversas aves exóticas. Los pájaros no se confían ni lo más mínimo, pues saben que los cocodrilos pueden aparecer en cualquier momento. No es raro verles posados sobre un hipopótamo, consciente de que el cocodrilo no se atreve con ellos, al menos durante las horas de sol. El lago salino de Tanzania en el atardecer nos traslada a películas y fantasías únicas para la mente del hombre. Quizá sea una estampa que jamás olvidaremos.

TANZANIA, la cuna del Rey León

Por último, y sin desmerecer, nos encontramos con el Parque Nacional de Arusha, un buen sitio para la toma de contacto para lo que vendrá después en la aventura. Los animales en este parque no abundan tanto como en el resto, pero si somos ágiles con la cámara capturaremos una estampa inmortal con una jirafa y el majestuoso Kilimanjaro al fondo. Tengan cuidado con los monos babuinos, pues ellos no tendrán miedo en saltar desde su árbol a las inmediaciones del coche en el que nos desplazamos.

Y ya que estamos en el Kilimanjaro, cómo no vamos a intentar acercarnos al gigante. Esta monte se encuentra formado por tres volcanes inactivos: el Shira, en el oeste, de 3962 metros de altitud, el Mawenzi al este, de 5149 metros y el Kibo, el más reciente desde el punto de vista geológico, y cuyo pico Uhuru se eleva hasta los 5891 metros. Nosotros hicimos un trekking desde la puerta de Kinapa hasta el campo de descanso de Mandara.

Ascendimos casi 1.000 metros por un camino en el que disfrutamos de cataratas, grandes piedras y que se convierte en una constante prueba de superación personal. Nuestro guía Ian hizo que esta disciplina amateur de la escalada se convierta en una prioridad para próximos viajes. Sufrimos y al mismo tiempo disfrutamos de una ascensión reservada a físicos bien preparados.

En el Kilimanjaro

Sobre la autoría

Jesus Buitrago

Periodista apasionado de los viajes con miles de kilómetros de experiencia a sus espaldas tras recorrer los cinco continentes y más de 100 países.
Instagram: sueco_finlandes

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