LOS COMIENZOS DE LA FAMILIA HUMANA

LO QUE SOMOS.

Preguntarse por sí mismos es algo que sólo puede hacer el hombre. Privilegio es de un ser privilegiado. Detrás de esta pregunta se esconde un ser misterioso, hecho de luz y oscuridad. ¿Podremos algún día saber lo que es el hombre? sería suficiente, cuando menos seguir interesándonos por él.

© Ángel Gutiérrez Sanz

ADAPTACIÓN TEXTO: GraZie Magazine

Los comienzos de la humanidad

En un tiempo remoto, el ser humano apareció en el mundo. Hombres y mujeres fueron creados para poblar la Tierra. Un día, la pareja inicial, hasta entonces bañada en luz, perdió su inocencia. Desde ese momento, sus ojos se cubrieron de oscuridad y comenzaron a vivir en el destierro.

Aquella pareja, que solo conocía la risa y la felicidad, tuvo que acostumbrarse al sabor amargo de las lágrimas, a ganarse el sustento con esfuerzo, y a enfrentarse a los retos diarios de ser hombre y mujer. Los inicios de la historia de la humanidad, que se pierden en la antigüedad, debieron ser duros y tristes.

La lucha por la supervivencia

Durante milenios, nuestros antepasados vagaron por la Tierra, luchando por sobrevivir. A pesar de las dificultades, su capacidad de asombro fue creciendo, lo que les llevó a mirar hacia lo alto en busca de respuestas a las preguntas que inquietaban sus noches de insomnio. Al principio, las respuestas eran ingenuas, como las de un niño que busca entender el mundo para poder descansar en paz.

El despertar de la razón

Con el tiempo, la humanidad despertó lentamente a un mundo que podía ver y tocar. La luz de la razón tardó en llegar, pero cuando lo hizo, las preguntas se volvieron más exigentes y las respuestas más rigurosas. En este proceso de búsqueda de conocimiento, un día se enfrentaron a sí mismos y se preguntaron quiénes eran, por qué eran así y por qué estaban aquí.

La búsqueda del autoconocimiento

Ese día marcó el inicio de un camino hacia la Filosofía, donde la pregunta sobre la verdad del ser humano se convirtió en la máxima aspiración del conocimiento. En la antigua Grecia, un letrero en el templo de Apolo recordaba: «Conócete a ti mismo». Este es el punto de partida, sin prisas ni precipitaciones. Como dijo el poeta Juan Ramón Jiménez: «No corras, ve despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo». Llegar a conocernos es una tarea de por vida. Aspiraciones humanas como esta nos imponen respeto. Cuando preguntamos sobre el ser humano, todo nuestro ser tiembla; cuando queremos saber quiénes somos, nos sentimos sobrecogidos y asombrados.

«Los comienzos de la humanidad se pierden en la antigüedad, marcados por el esfuerzo y la superación.»

«El despertar de la razón tardó en llegar, pero su luz transformó nuestras preguntas y respuestas.»

«La lucha por la supervivencia forjó en nuestros antepasados la capacidad de asombro.»

«Conocerse a uno mismo es una tarea de por vida, que nos impone respeto y asombro.»

«Cuando nos preguntamos quiénes somos, todo nuestro ser tiembla ante la inmensidad de la respuesta.»

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