HUMANIZAR LA JUSTICIA DEBIERA SER UNA PRIORIDAD SOCIAL
Por Ángel Gutiérrez Sanz
Una jornada transformadora en el Colegio de Abogados de Madrid
El pasado 7 de mayo el Ilustre Colegio de abogados de Madrid abría sus puertas para convertirse en el escenario de un acontecimiento singular. Tres valientes juezas, magistradas ellas del juzgado de menores, daban la cara, asumiendo el papel de valedoras de unos niños problemáticos, indefensos, desahuciados y proscritos, a los que todo el mundo pretende ignorar. A la cabeza de las mismas, figuraba Dña. Reyes Martel Rodríguez, fundadora de la ONG #UP2UProject, ella sería la encargada de ponernos al corriente de quienes son los que viven en los centros de menores, de la situación en que se encuentran unos adolescentes, menores de edad, que la justicia, por las razones que fuera, había condenado. Nos habló de una realidad que ella conoce muy bien por propia experiencia y en razón de su oficio. Para la jueza Martel, estos adolescentes que muchos dan como perdidos, tienen derecho a una segunda oportunidad, a una tercera y aún más; cuando de ellos nos hablaba, daba la impresión que los conocía a fondo, porque ella misma ha sido testigo de gestos reveladores y en medio del silencio de la noche había podido escuchar su llanto desgarrado.
La voz de una jueza que también es madre
Sus palabras y reflexiones fueron escuchadas con atención en una sala rebosante de público, donde podían verse no pocas caras conocidas. Parecía que no era una jueza la que nos estaba hablando, sino una madre, que pedía clemencia y comprensión para unas pobres criaturas vulnerables, que necesitaban de nuestro apoyo antes de que fuera demasiado tarde. Se mostraba también profundamente convencida de lo que decía y sobre todo daba la impresión de ser una persona realista y práctica, que no se andaba por las ramas ni se perdía en disquisiciones especulativas, sino que iba directamente al grano o como vulgarmente se dice, “trataba de agarrar al toro por los cuernos”.
Entre el castigo y la oportunidad
Su mensaje iba aderezado de sentimiento, comprensión y ternura, aunque es de suponer que habrá de encontrar resistencia en aquellos corazones duros, que ven en los jóvenes y adolescentes marginados gente peligrosa que generan violencia, bien sea física, psicológica, verbal o sexual, mucho más después de haberse conocido la noticia de que tres jóvenes, de entre 14 y 15 años, habían sido los autores de la muerte de una educadora de un piso tutelado en Badajoz. Siempre hay quienes creen tener motivos para pronunciarse a favor de una justicia ejemplarizante y vindicativa, partidarios de que se endurezcan las penas a los menores, son los que a voz en grito exigen a los gobiernos que “ aquel que la haga que la pague” o cosas parecidas que nos hace recordar la ley del talión. Todo esto lo sabe, mejor que nadie la Sra. Reyes Martel. ¿Cómo no lo va a saber?, pero no por ello esta jueza deja de tener una fe ciega en el hombre y de manera especial en los niños y adolescentes, que con frecuencia se ven empujados por las circunstancias, a hacer algo que ellos nunca hubieran deseado. Cuando la culpa es de todos, no debiéramos ser tan hipócritas de pedir que sean los infractores menores de edad, quienes carguen con toda la responsabilidad, pero los hombres somos así.
Testimonios que hablan por sí solos
Lo importante es que el mensaje transmitido por la magistrada Reyes quedaría fehacientemente demostrado al poner sobre la mesa media docena de argumentos vivientes, imposibles de refutar. Al final de la velada subieron al escenario cuatro chicos y dos chicas y a través de sus testimonios personales, pudimos comprobar que la fundadora de la ONG #UP2UProject no andaba equivocada.
Odia el delito, compadécete del delincuente
Existe una sentencia popular que encierra la sabiduría de muchos siglos y que reza así: “Odia al delito, pero compadécete del delincuente” que, traducido al román paladino, significa que hemos de prevenir los delitos y enfrentarnos a ellos, para erradicarlos de nuestro entorno, pero si alguien tiene la desgracia de caer al hoyo es obligación de todos tenderle la mano, para sacarlo del mismo. Tristemente, nuestra sociedad nos ofrece ejemplos en los que parece haberlo entendido al revés. Se muestra complaciente y omnitolerante, hasta el punto de poder decir que “todo vale”, al tiempo que se resiste a perdonar al infractor, aunque éste sea un niño.
La justicia que inspira
La justicia humana debiera aprender de la justicia divina. Es el evangelio de Juán (8:1-11), el que nos narra un suceso a la vez sublime y sobrecogedor. En una ocasión los escribas y fariseos, los notables del pueblo judío, los que pasaban por ser modelos de virtud y sabiduría se presentaron ante el Maestro, trayendo consigo una mujer y poniéndola en medio, ante la vista de todos, le dijeron: esta mujer ha sido sorprendida en adulterio y según la ley de Moisès debe morir apedreada ¿Tú qué dices? Jesús guardaba silencio… Momentos fatídicos para esta pobre mujer expuesta a la mirada de todos: amigos, familiares, posiblemente también sus hijos. Me la imagino desolada, abatida, avergonzada, deseosa de que pronto llegara la primera piedra que la destrozara el cráneo y acabar así con este suplicio insufrible. Como el Maestro permanecía callado, ellos insistían en su pregunta, hasta que levantando la cabeza, les miró a los ojos y les dijo: “ El que de vosotros esté libre de pecado, que arroje la primera piedra contra ella.” No hizo falta más. Uno a uno fueron retirándose desde los más viejos hasta los más jóvenes, quedando a solas Jesús con la acusada a quien la preguntó “¿Ninguno te condenó? Ella le respondió, ninguno, Señor. Pues yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete y no peques más”. Traigo a colación este suceso acaecido hace dos mil años, porque pienso que encaja perfectamente en nuestro relato y resulta ser ejemplificador e ilustrativo.
Reflexiones personales desde la educación
Aparte de esta referencia generalizada de lo que fue el evento del día 7 de mayo, quiero hacer algunas reflexiones personales del mismo, porque pienso que mi experiencia como educador durante toda mi vida y las horas de estudio dedicadas al tema educativo, bien pudieran servir de complemento a lo que allí se dijo. De forma más o menos explicita, se reconoció que la educación juega un papel importante en la recuperación de los menores trasgresores de la ley. Estoy completamente de acuerdo con esta apreciación. Yo me considero receptor de la mejor tradición pedagógica, representada por Sócrates, según la cual los hombres y mujeres, más que malvados somos unos pobres ignorantes, que lo que necesitamos es aprender, de aquí que lo que se debiera hacer, es comenzar a cerrar cárceles y abrir escuelas.
Nacemos humanos, pero debemos humanizarnos
Nacemos humanos, pero necesitamos que alguien nos ayude a humanizarnos a través de la educación, que nos puede llegar a través de la familia, la escuela o la sociedad, pero si esta educación, a la que todo nacido tiene derecho, no llega ¿Cómo podemos luego castigar severamente al infractor sin incurrir por ello en injusticia? Por supuesto que es importante acertar con el régimen penitenciario, pero no lo es menos, acertar también con la educación correcta, porque no toda educación es la debida y a veces más que educar lo que hacemos es deseducar. En consideración a esto que acabo de decir, permítaseme trazar un breve bosquejo de lo que debe ser la educación y su razón de ser. Lo he de hacer de forma muy simplificada, tal como la ocasión lo requiere. Según Rousseau y sus secuaces, el hombre es bueno por naturaleza, simplemente hay que dejarle crecer de forma espontánea y tratar de ponerle a salvo de las influencias externas, lo mismo que sucede con las rosas, a quienes nadie enseñó a ser bellas y tan solo necesitan seguir las leyes de la naturaleza. Innecesario es decir que en tal supuesto la mejor educación es la que no existe. Lo siento, pero yo no estoy de acuerdo con este modo de pensar. Lo del “salvaje perfecto” no va conmigo, se lo dejo para Rousseau.
Al margen de este tipo de pedagogía rousseauniana, yo parto del hecho de que el hombre al nacer es un proyecto indeterminado, que necesita de la educación para irse configurando, si bien quiero añadir que el protagonista de la educación no es el maestro sino siempre el alumno. Ahora bien, si de lo que estamos hablando es de una educación efectiva, hay que dar por sentado “el principio de autoridad”, que nada tiene que ver con el “autoritarismo”. Se supone que entre el alumno y el maestro hay una relación de dependencia, por cuanto que uno asume la responsabilidad de ayudar y orientar al otro.
La verdad, el bien y el valor de la educación personalizada
Otro supuesto que considero básico, es que la enseñanza ha de ser personalizada, lo que quiere decir que ha de estar en función de la idiosincrasia, las necesidades, capacidades y formas de ser da cada sujeto. No queramos tapar con un solo sombrero varias cabezas. Parecerá una obviedad lo que voy a decir a continuación, pero en estos tiempos de omnipermisividad que corren, es necesario tenerlo en cuenta. Para una Educación, con mayúscula, hay que dar por sentado que existe la verdad y el error, que existe el bien y el mal porque si no es así a lo más que se puede aspirar es a una educación cívica, lo que hoy se conoce como “educación para la ciudadanía”, en consonancia con la legislación vigente, que sin duda puede ser útil, yo no lo discuto, en orden las relaciones sociales, pero no cala en la naturaleza de la persona, ni definen los valores esenciales propiamente humanos.
El esfuerzo como clave del cambio
Por fin, he de referirme a un rasgo educativo que afecta de cerca a la cuestión que nos ocupa, en referencia a la recuperación de los menores de edad extraviados. Me estoy refiriendo, por una parte, al esfuerzo. El arte de la educación requiere esfuerzo y vencimiento propio, muy difícil de conseguir, si detrás no hay un proyecto, una motivación poderosa, que empuja al educando a luchar contra viento y marea. Esta es la clave que nos permite explicar por qué muchos jóvenes, contra todo pronóstico, cambiaron el rumbo de sus vidas. Si no dejamos de luchar, el triunfo acabará llegando. Quien se lo propone en serio, conseguirá la meta, de aquí que sea tan importante la educación del esfuerzo. En mi vida como educador nunca me han preocupado los muchachos “cortos” pero luchadores, porque sabía que al final iban a tener su recompensa, los que me han preocupado y mucho, eran los apáticos, que siempre estaban bostezando. Pocas cosas tan tristes como un adolescente que ha sido preso del desencanto.
Comprensión, empatía y el legado de Don Bosco
Por otra parte, quisiera referirme a la comprensión y a la empatía y con esto acabo. No nos engañemos, la mejor educación es la del amor. El mejor ejemplo de lo que estoy diciendo lo tenemos en Don Bosco que estando en Florencia fue testigo del desamparo en que vivían no pocos chavales que él nos describe así: “Cuántos pobres muchachos abandonados, vagabundeando cada día, descalzos, sucios, mendigos, por las callejas de nuestra ciudad!… Viven de limosna y se hacinan de noche en determinados lugares…Son ladrones, blasfemos, obscenos, están dominados por toda clase de vicios, son capaces de la acción más recriminable… Muchos de ellos caen en manos de la justicia y van a parar a una prisión donde acaban de corromperse”. Movido por la compasión Don Bosco se vió obligado abrir una residencia para recibir a tantos chicos abandonados y arrancarlos de la corrupción, evitando de este modo que cayeran en el precipicio. El fue quien puso en marcha y desarrolló el método educativo llamado, “Sistema Preventivo” que tan excelentes resultados produjo con los jóvenes y niños en riesgo de marginación. No basta amar solía decir, es necesario que se den cuenta que son amados…. El que sabe que es amado ama y el que es amado, lo consigue todo especialmente de los jóvenes
Nadie es perfecto, todos podemos levantarnos
Por fin conviene recordar que el ser humano es un sujeto perfectible, pero nunca podrá llegar a ser perfecto. El ideal de perfección no existe. Infractores somos todos. ¿Quién en su vida no ha roto nunca un plato? Por eso, alguna vez en nuestra vida, necesitamos que los demás sean comprensivos e indulgentes con nosotros. Dado que perfecto nadie lo es, ni puede llegar a serlo nunca, lo único que nos queda es aprender a levantarnos las veces que haga falta y ayudar a los demás a hacerlo, mucho más si son niños indefensos. De lo que debiéramos escandalizarnos los mayores, no es tanto, de que los menores de edad rompan de vez en cuando un plato, sino que se les rompa el corazón por dentro.
Reflexión final – La mirada GraZie
A veces, la vida empuja a los más jóvenes a rincones oscuros que no eligieron. Y sin embargo, aún en esas sombras, puede brotar una luz.
La voz del profesor Gutiérrez Sanz nos recuerda que la justicia, si no se humaniza, se desfigura. Que educar no es solo enseñar normas, sino mirar al otro con la compasión de quien cree que siempre hay posibilidad de cambio.
En GraZie Magazine creemos que el corazón de la justicia no late en los códigos, sino en la ternura de quienes eligen levantar al que cayó.
Porque no es el castigo el que redime, sino el amor que acompaña.
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Sobre la autoría

VIDA Y OBRA DE ÁNGEL GUTIÉRREZ SANZ
Ángel Gutiérrez Sanz nace en Alaraz (Salamanca) 20 de Julio (1939) en el seno de una familia cristiana, donde se tenía aprecio por la cultura. Fue el más pequeño de una familia numerosa, integrada por siete hermanos. Aquí aprendería las primeras letras. Apenas cumplidos los 11 años, abandona su pueblo natal con destino al internado que los PP. Dominicos tenían en La Mejorada, provincia de Valladolid, luego vendrían otros internados en la provincia de Segovia, Toledo y Ávila, por lo que solo pudo disfrutar del calor de familia en las vacaciones estivales. A los 12 años murió su padre y a los 23, aún sin haber concluido su carrera de filosofía en Madrid, murió su madre, por lo que se vio obligado a trabajar para costearse sus estudios de Filosofía, graduándose finalmente en Madrid por la Universidad Complutense, el año 1964.
Una vez licenciado en Filosofía y Letras y con los estudios completos de Teología, se puso a trabajar como profesor en colegios privados de Madrid. Posteriormente obtendría el grado de doctor por la misma universidad Complutense de Madrid, pero antes de que esto sucediera, fue llamado a filas y tuvo que cumplir su servicio militar, lo que supondría para él un grave contratiempo, al ver truncada su carrera y su vida profesional apenas iniciada. Una vez cumplidas sus obligaciones con la Patria, fue admitido en el mismo colegio que estaba trabajando y la vida volvería a recobrar su ritmo.
En el año 1967 se casaría con la pedagoga Francisca Abad Martín, fijando su residencia en Madrid.
A partir de este momento, Gutiérrez Sanz vivió entregado a la vida familiar, que supo conjugar perfectamente con su profesión de docente y también con sus estudios, porque en los primeros años de matrimonio, Ángel Gutiérrez estaba ocupado en preparar sus oposiciones, para obtener una plaza como profesor numerario de filosofía, a la vez que trataba de concluir su tesis doctoral. Fueron años difíciles, en que tuvo que trabajar duro y sin tregua, para conseguir lo que consiguió. Cierto que a su lado tuvo siempre a una amiga y colaboradora, que siendo ya madre, no solo supo hacer frente a las circunstancias, manteniendo intacta durante cinco años la licencia por estudios, concedida por el Ministerio de Educación, para que pudiera cursar la carrera de Pedagogía, sino que logró que los ojos de su marido pudieran contemplar la realidad con el verde de la esperanza.
Pasados estos primeros años de matrimonio, la situación fue mejorando. La tesis doctoral que llevaría por título "La Ética en Baltasar Gracián" llegó a feliz término, mereciendo la máxima calificación de "Sobresaliente cum laude", siendo publicada posteriormente. Y sobre todo la obtención de una plaza como profesor titular de filosofía y luego como catedrático de esta misma asignatura, iba a suponer que Gutiérrez Sanz pudiera dedicarse a su pasión de escribir.
En su dilatada vida docente en la enseñanza publica, ha desempeñando diversos cargos directivos, pero ello no ha sido obstáculo para seguir trabajando en el campo de la investigación. Su compromiso al servicio de la cultura ha quedado patente, tanto en las aulas como fuera de ellas, bien como conferenciante en diversos foros, en el Ateneo de Madrid por ejemplo, así como en colaboración con diversos medios de comunicación social, a través de revistas filosófico-teológicas, históricas. educativas o de pensamiento.
Digno de reseñar es que, siendo catedrático y jefe del Seminario de Filosofía del Instituto Miguel Servet de Madrid y en colaboración con un equipo de profesores de este mismo seminario, obtuvo el Primer Premio Nacional del Segundo Concurso de Prensa sobre artículos, en la modalidad de reportajes sobre Pedagogía, convocado por la Fundación Santa María (S.M.).
En el año 1904, Ediciones TAU saca a la luz su primer libro titulado " Aspectos de una sociedad en crisis", en donde el autor apunta las directrices por donde habría de discurrir su pensamiento.
A partir de entonces su vocación como escritor fue haciéndose más determinante, hasta el momento de su jubilación.
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