Por Ángel Gutiérrez Sanz | GraZie Magazine | Bb

Este artículo de Ángel Gutiérrez Sanz nos invita a reflexionar sobre la importancia del “cómo” en nuestras acciones. Más allá del papel que nos toque desempeñar en la vida, lo que realmente nos engrandece es la pasión, la honestidad y la entrega con la que llevamos a cabo cada tarea. Un texto que nos recuerda que lo ordinario, cuando se hace con amor, deja de serlo para convertirse en extraordinario.

El gran teatro del mundo

En este gran teatro que es el mundo, cada humano nace para representar su papel, sin que nadie sepa de antemano cuál será éste. Unos harán de jefes, otros de subordinados. Unos nacen para tomar grandes decisiones, otros para cumplir órdenes. Unos para generales, otros para ser soldado. Unos arquitectos, otros albañiles. ¿Cuál será mi suerte en este reparto de papeles? Es la pregunta que nos hemos hecho todos en algún momento de la vida, porque ello nos importa a todos; incluso nos hemos ido acostumbrando a juzgar a las personas en razón del papel representado en este drama.

Las gentes anónimas, con las que nos topamos cada día, seguirán siendo unos perfectos desconocidos mientras no sepamos a qué se dedican, pero nada más saber su profesión ya tenemos preparada nuestra tabla de valoración para aplicarla, y a unos les consideramos “señores importantes”, otros en cambio nos parecen “pobres hombres”.

El valor del cómo

No debiera ser así, pues lo importante no es en qué campo trabajamos, sino el modo en que lo hacemos. No el personaje que nos ha tocado en suerte, sino su representación. El Oscar ha de ser para quien mejor supo interpretar su papel, fuera rey o mendigo.

Todos somos necesarios y lo que cuenta es hacer bien y honradamente lo que hacemos. Las obras engrandecen cuando están bien hechas. Grandes gestas han quedado cuestionadas por la historia, porque sus dueños las desvirtuaron o simplemente no supieron rematarlas. Hombres hubo, y no pocos, que sin hacer nada grande supieron poner pasión en lo que hacían, ganándose así admiración y respeto.

Si un día aprendemos a valorar en su justa medida “el cómo” de nuestro quehacer, sabremos que vale más un buen peón que un mal ingeniero, más un buen sacristán que un mal obispo.

Lo ordinario hecho extraordinario

Después de haber sabido que la magnitud de nuestras obras hay que medirla por la pasión con que las realizamos, no debiera preocuparnos que nuestra misión quedara reducida a los afanes cotidianos. No hay acción pequeña si se hace con esmero.

Cuando ponemos el corazón en todo lo que hacemos, allí le encontraremos a la hora de recoger los frutos. Lo ordinario bien hecho deja de serlo y se convierte en una acción maravillosa.

Grandeza en lo humilde

Con dedicación y entrega podemos convertir el trabajo más modesto en sublime ejercicio. ¿Quién podrá medir tanta grandeza oculta en el humilde faenar de millones de hombres y mujeres?

En el ama de casa que trajina infatigable en las faenas de la casa para que todo esté a punto en el momento justo, se esconde un ángel del hogar. En el honrado trabajador que no se deja llevar por la rutina y realiza su labor con el celo y tesón del primer día, podemos ver un ejemplo de profesionalidad.

En el humilde ejercicio de la hermanita de la caridad que consagra su vida al servicio de los más necesitados, podemos encontrar no sólo muestras de entrega generosa, sino también mucho heroísmo.

HACER BIEN LO QUE SE HACE

El juicio final de nuestra obra

Al final, sólo al final, seremos juzgados según la interpretación que hayamos hecho del papel que se nos asignó en el reparto del gran teatro de la Historia Universal. No acertar en esto es, de alguna manera, haber fracasado en nuestro proyecto personal.

Reflexión Final – GraZie Magazine

En GraZie Magazine creemos que el verdadero valor del ser humano no se mide por el cargo, la fama ni los títulos, sino por la pasión y la bondad con que desempeña su tarea, grande o pequeña. Cada trabajo, cada esfuerzo, cada gesto cotidiano forma parte del camino que nos ha sido encomendado. Hacer bien lo que hacemos no es solo un deber, es una manera de honrar nuestra vida y de sembrar esperanza en quienes nos rodean. Porque en cada obra honesta se refleja la dignidad de la persona, y en cada paso dado con amor se construye un mundo más humano.

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Sobre la autoría

Ángel Gutiérrez Sanz

VIDA Y OBRA DE ÁNGEL GUTIÉRREZ SANZ

Ángel Gutiérrez Sanz nace en Alaraz (Salamanca) 20 de Julio (1939) en el seno de una familia cristiana, donde se tenía aprecio por la cultura. Fue el más pequeño de una familia numerosa, integrada por siete hermanos. Aquí aprendería las primeras letras. Apenas cumplidos los 11 años, abandona su pueblo natal con destino al internado que los PP. Dominicos tenían en La Mejorada, provincia de Valladolid, luego vendrían otros internados en la provincia de Segovia, Toledo y Ávila, por lo que solo pudo disfrutar del calor de familia en las vacaciones estivales. A los 12 años murió su padre y a los 23, aún sin haber concluido su carrera de filosofía en Madrid, murió su madre, por lo que se vio obligado a trabajar para costearse sus estudios de Filosofía, graduándose finalmente en Madrid por la Universidad Complutense, el año 1964.

Una vez licenciado en Filosofía y Letras y con los estudios completos de Teología, se puso a trabajar como profesor en colegios privados de Madrid. Posteriormente obtendría el grado de doctor por la misma universidad Complutense de Madrid, pero antes de que esto sucediera, fue llamado a filas y tuvo que cumplir su servicio militar, lo que supondría para él un grave contratiempo, al ver truncada su carrera y su vida profesional apenas iniciada. Una vez cumplidas sus obligaciones con la Patria, fue admitido en el mismo colegio que estaba trabajando y la vida volvería a recobrar su ritmo.

 En el año 1967 se casaría con la pedagoga Francisca Abad Martín, fijando su residencia en Madrid.

A partir de este momento, Gutiérrez Sanz vivió entregado a la vida familiar, que supo conjugar perfectamente con su profesión de docente y también con sus estudios, porque en los primeros años de matrimonio, Ángel Gutiérrez estaba ocupado en preparar sus oposiciones, para obtener una plaza como profesor numerario de filosofía, a la vez que trataba de concluir su tesis doctoral. Fueron años difíciles, en que tuvo que trabajar duro y sin tregua, para conseguir lo que consiguió.  Cierto que a su lado tuvo siempre a una amiga y colaboradora, que siendo ya madre, no solo supo hacer frente a las circunstancias, manteniendo intacta durante cinco años la licencia por estudios, concedida por el Ministerio de Educación, para que pudiera cursar la carrera de Pedagogía, sino que logró que los ojos de su marido pudieran contemplar la realidad con el verde de la esperanza.

Pasados estos primeros años de matrimonio, la situación fue mejorando. La tesis doctoral que llevaría por título "La Ética en Baltasar Gracián" llegó a feliz término, mereciendo la máxima calificación de "Sobresaliente cum laude", siendo publicada posteriormente. Y sobre todo la obtención de una plaza como profesor titular de filosofía y luego como catedrático de esta misma asignatura, iba a suponer que Gutiérrez Sanz pudiera dedicarse a su pasión de escribir.

En su dilatada vida docente en la enseñanza publica, ha desempeñando diversos cargos directivos, pero ello no ha sido obstáculo para seguir trabajando en el campo de la investigación. Su compromiso   al servicio de la cultura ha quedado patente, tanto en las aulas como fuera de ellas, bien como conferenciante en diversos foros, en el Ateneo de Madrid por ejemplo, así como en colaboración con diversos medios de comunicación social, a través de revistas filosófico-teológicas, históricas. educativas o de pensamiento.

Digno de reseñar es que, siendo catedrático y jefe del Seminario de Filosofía del Instituto Miguel Servet de Madrid y en colaboración con un equipo de profesores de este mismo seminario, obtuvo el Primer Premio Nacional del Segundo Concurso de Prensa sobre artículos, en la modalidad de reportajes sobre Pedagogía, convocado por la Fundación Santa María (S.M.).

En el año 1904, Ediciones TAU saca a la luz su primer libro titulado " Aspectos de una sociedad en crisis", en donde el autor apunta las directrices por donde habría de discurrir su pensamiento.

A partir de entonces su vocación como escritor fue haciéndose más determinante, hasta el momento de su jubilación.

MÁS INFORMACIÓN EN: https://blogculturalgutierrezsanzangel.blogspot.com/p/sobre-mi_10.html

 

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