¿SABE ALGUIEN QUÉ ES EL HOMBRE?

por Ángel Gutiérrez Sanz | Ángel Gutiérrez Sanz, Compromiso social

¿Sabe alguien qué es el Hombre?

Por Ángel Gutiérrez Sanz

Una de las grandes aspiraciones del ser humano ha sido conocerse a sí mismo; por algo es el único ser de la creación dotado de conciencia, que le permite proyectar la mirada hacia su interior. Ningún ser vivo puede preguntarse por sí mismo; solo el hombre puede hacerlo. Privilegio es este de un ser privilegiado.

¿Sabe alguien quien es el hombre?

Hubo un momento histórico en que se llegó al convencimiento de que el hombre podía llegar a conocerse a sí mismo, pero todo quedó al final, en aguas de borrajas. Hemos pasado por el optimismo racionalista, el historicismo, el vitalismo, el existencialismo, el estructuralismo, el cientificismo, etc., corrientes todas ellas que nos han dejado valiosas aportaciones. Aun así, el hombre sigue ahí como el gran desconocido, envuelto en una espesa bruma, como un sujeto que se resiste a ser medido y medido a la vez. Después de muchos siglos seguimos preguntándonos qué es el hombre. ¿Lo sabe alguien? Pero ya es mucho que podamos interrogarnos por nosotros mismos, a través de un ejercicio sorprendente de autorreflexión, porque si maravilloso es que los humanos razonemos, amemos, anhelemos, nos emocionemos, lo es mucho más que tengamos conciencia de ello y, si llega el caso, podamos cuestionarnos nuestros propios pensamientos, amores, deseos y emociones.

Es así como hemos llegado al siglo XXI, haciendo buenas las palabras del fundador de la antropología Max Scheler cuando escribía: «En ninguna época han sido las opiniones sobre la esencia y el origen del hombre más inciertas, imprecisas y múltiples que en nuestro tiempo. Muchos años de estudio profundo consagrado al estudio del hombre dan al autor el derecho a hacer esta afirmación. Al cabo de diez mil años de historia, es nuestra época la primera en que el hombre se ha hecho plena e íntegramente problemático». Nunca como actualmente se ha acumulado tanto conocimiento sobre el hombre y nunca como ahora el ser humano se nos está mostrando tan desconcertante.

¿Sabe alguien qué es el hombre? por Ángel Gutiérrez Sanz

Del hombre se ha dicho que es «animal racional», «débil caña pensante», «existencia repleta de carencias», «espíritu encarnado», «un ser para la trascendencia», «un sujeto relacional», «un ser esencialmente afectivo», «la última soledad del ser», «un ser de lejanías». Podríamos continuar y no nos sería fácil agotar el repertorio. Lo curioso es que ninguna de estas fórmulas, por separado ni tampoco en su conjunto, nos deja satisfechos. No diré por ello que sean falsas, pero sí insuficientes para abarcar al hombre en su complejidad, y es que el hombre no se resigna a que se le defina de una u otra forma. Al final siempre resulta que los hombres y mujeres son algo más de lo que se dice de ellos. ¿Por qué será?

«Puede que los miembros de la familia humana no seamos otra cosa que un proyecto inacabado, siempre en proceso, para llegar a ser algo distinto de lo que en cada momento somos».

Puede que los miembros de la familia humana no seamos otra cosa que un proyecto inacabado, siempre en proceso, para llegar a ser algo distinto de lo que en cada momento somos, como diría Agustín de Hipona: «el hombre es un ser siendo». Un ser huidizo, que nunca acaba de ser lo que es, que se rebela contra todo intento de convertirse en una esencia estática, enclaustrada y protegida por toda clase de seguros. Puede ser que lo que nos caracteriza a los humanos no sea tanto lo que somos, cuanto lo que podemos llegar a ser. En tal sentido, el cualificado antropólogo García Bacca pudo decir que nuestra esencia como humanos resulta problemática, del mismo modo que nuestra existencia no deja de ser una aventura, sin duda maravillosa y apasionante.

¿Sabe alguien qué es el hombre?

Detrás del hombre se esconde un ser enigmático hecho de luz y sombras, que ha quedado indefectiblemente unido al misterio de Dios. Cuando nos preguntamos por el hombre, todo nuestro ser tiembla y queda sobrecogido y asombrado. No sé si algún día podremos llegar a despejar esta incógnita; de lo que sí estoy seguro es que no podemos renunciar nunca a saber quiénes somos. Conocernos más y mejor ha de ser la tarea de por vida. «No corras», nos dirá J. Ramón Jiménez, «ve despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo» (J. R. Jiménez). La moderna antropología nos ha hecho ver que existir siempre es un riesgo, una aventura impredecible. Hubiera resultado más cómodo estar simplemente ahí, siempre igual, siempre lo mismo, en permanente identidad, pero entonces ya no seríamos humanos. La naturaleza no nos lo da todo hecho. Nacemos hombres o mujeres, pero tenemos que ir haciéndonos a fuego lento; tenemos que ir humanizándonos si queremos llegar a la plenitud humana. Lo más triste del caso es que nuestro mundo vive ajeno a toda esta problemática. El drama del momento presente está en que el hombre actual vive perdido entre ruidos y bullicio, no siente la necesidad de interiorizar su vida. Lo que siente es miedo de descender a los arcanos de su ser y quedarse a solas consigo mismo en medio de la soledad y el silencio.

«Ve despacio, que a donde tienes que llegar es a ti mismo»

(J. R. Jiménez)

Aparte del misterio que envuelve al ser humano en general está el otro misterio que encierra cada individuo en particular. Cada uno de nosotros albergamos en nuestro interior un ángel y un demonio. Somos capaces en un momento dado de lo mejor y de lo peor. ¿Quién puede decir que se conoce a sí mismo y sabe lo que puede llegar a hacer en un momento determinado? Además de misterioso, cada hombre y cada mujer es único e irrepetible, dotado de su propia personalidad, que le hace ser único e insustituible. Por ello, cuando cualquier ser humano muere, se produce una pérdida irreparable y el mundo entero queda empobrecido.

«Cada uno de nosotros es un mundo aparte».

El misterio ha sido y seguirá siendo eterno acompañante de nuestro destino, desde que nacemos hasta que morimos, porque Dios mismo, al que estamos vinculados, se nos muestra esencialmente como un Ser misterioso. Además de todo esto, cada uno de nosotros es un mundo aparte.

¿Sabe alguien qué es el hombre? por Ángel Gutiérrez Sanz

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Sobre la autoría

Ángel Gutiérrez Sanz

VIDA Y OBRA DE ÁNGEL GUTIÉRREZ SANZ

Ángel Gutiérrez Sanz nace en Alaraz (Salamanca) 20 de Julio (1939) en el seno de una familia cristiana, donde se tenía aprecio por la cultura. Fue el más pequeño de una familia numerosa, integrada por siete hermanos. Aquí aprendería las primeras letras. Apenas cumplidos los 11 años, abandona su pueblo natal con destino al internado que los PP. Dominicos tenían en La Mejorada, provincia de Valladolid, luego vendrían otros internados en la provincia de Segovia, Toledo y Ávila, por lo que solo pudo disfrutar del calor de familia en las vacaciones estivales. A los 12 años murió su padre y a los 23, aún sin haber concluido su carrera de filosofía en Madrid, murió su madre, por lo que se vio obligado a trabajar para costearse sus estudios de Filosofía, graduándose finalmente en Madrid por la Universidad Complutense, el año 1964.

Una vez licenciado en Filosofía y Letras y con los estudios completos de Teología, se puso a trabajar como profesor en colegios privados de Madrid. Posteriormente obtendría el grado de doctor por la misma universidad Complutense de Madrid, pero antes de que esto sucediera, fue llamado a filas y tuvo que cumplir su servicio militar, lo que supondría para él un grave contratiempo, al ver truncada su carrera y su vida profesional apenas iniciada. Una vez cumplidas sus obligaciones con la Patria, fue admitido en el mismo colegio que estaba trabajando y la vida volvería a recobrar su ritmo.

 En el año 1967 se casaría con la pedagoga Francisca Abad Martín, fijando su residencia en Madrid.

A partir de este momento, Gutiérrez Sanz vivió entregado a la vida familiar, que supo conjugar perfectamente con su profesión de docente y también con sus estudios, porque en los primeros años de matrimonio, Ángel Gutiérrez estaba ocupado en preparar sus oposiciones, para obtener una plaza como profesor numerario de filosofía, a la vez que trataba de concluir su tesis doctoral. Fueron años difíciles, en que tuvo que trabajar duro y sin tregua, para conseguir lo que consiguió.  Cierto que a su lado tuvo siempre a una amiga y colaboradora, que siendo ya madre, no solo supo hacer frente a las circunstancias, manteniendo intacta durante cinco años la licencia por estudios, concedida por el Ministerio de Educación, para que pudiera cursar la carrera de Pedagogía, sino que logró que los ojos de su marido pudieran contemplar la realidad con el verde de la esperanza.

Pasados estos primeros años de matrimonio, la situación fue mejorando. La tesis doctoral que llevaría por título "La Ética en Baltasar Gracián" llegó a feliz término, mereciendo la máxima calificación de "Sobresaliente cum laude", siendo publicada posteriormente. Y sobre todo la obtención de una plaza como profesor titular de filosofía y luego como catedrático de esta misma asignatura, iba a suponer que Gutiérrez Sanz pudiera dedicarse a su pasión de escribir.

En su dilatada vida docente en la enseñanza publica, ha desempeñando diversos cargos directivos, pero ello no ha sido obstáculo para seguir trabajando en el campo de la investigación. Su compromiso   al servicio de la cultura ha quedado patente, tanto en las aulas como fuera de ellas, bien como conferenciante en diversos foros, en el Ateneo de Madrid por ejemplo, así como en colaboración con diversos medios de comunicación social, a través de revistas filosófico-teológicas, históricas. educativas o de pensamiento.

Digno de reseñar es que, siendo catedrático y jefe del Seminario de Filosofía del Instituto Miguel Servet de Madrid y en colaboración con un equipo de profesores de este mismo seminario, obtuvo el Primer Premio Nacional del Segundo Concurso de Prensa sobre artículos, en la modalidad de reportajes sobre Pedagogía, convocado por la Fundación Santa María (S.M.).

En el año 1904, Ediciones TAU saca a la luz su primer libro titulado " Aspectos de una sociedad en crisis", en donde el autor apunta las directrices por donde habría de discurrir su pensamiento.

A partir de entonces su vocación como escritor fue haciéndose más determinante, hasta el momento de su jubilación.

MÁS INFORMACIÓN EN: https://blogculturalgutierrezsanzangel.blogspot.com/p/sobre-mi_10.html

 

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