Por Ángel Gutiérrez Sanz

Hay ciudades que se visitan… y otras que se sienten. Ávila pertenece a estas últimas. En este texto, Ángel Gutiérrez Sanz nos invita a descubrirla no solo como destino histórico o monumental, sino como un lugar con memoria, alma y silencio, donde el tiempo encuentra pausa y la mirada interior encuentra sentido.

Ávila: tierra de piedra y espíritu

El reciente recorrido por la ciudad de Ávila, que mi esposa y yo realizamos con la ilusión propia de quien regresa a un lugar lleno de historia y significado, nos ha dejado un recuerdo imborrable.

Ávila de los Caballeros es una ciudad recoleta, hecha de piedras y de sol, que parece navegar en medio de un mar rocoso bajo un cielo infinitamente azul. Ávila de atardeceres encendidos y de lentos amaneceres; ciudad que, sin prisas, se despierta al ritmo acompasado del tañer de las campanas. Ávila austera y recia, que siempre dio más de lo que recibió.

Vocación histórica y legado eterno

Desde sus históricos muros nos llega la memoria de hombres y mujeres admirados y respetados más allá de sus fronteras: Fernando Álvarez de ToledoSancho DávilaJuan del ÁguilaAlonso MadrigalIsabel la Católica o Jimena Blázquez, entre otros muchos.

Ávila de eternidades, que quemas los espíritus en abrasadas llamas. Ávila sanjunanista, símbolo de la interior morada, donde afloran silenciosamente los sentimientos místicos que Tomás Luís de Victoria supo armonizar con melodiosas cadencias.

La ciudad que sostiene el tiempo

Pienso que tienes todos los elementos necesarios para ser portadora del estandarte de aquella España medieval, mística y guerrera, pero eso no es todo: algunas de las raíces de la vieja Europa se esconden en tu suelo y beben de tu fuente.

Algún día podremos desvelar el secreto que guardas para ti; algún día podremos saber por qué, sin nadar en el mar de la opulencia, pareces poseerlo todo.

Quienes te visitan tienen la impresión de que el tiempo se ha detenido en tu contorno, que tus construcciones milenarias cimentadas en la roca son testimonio histórico, que viene desde lejos y que están ahí para recordarnos que las gentes pasan, pero la identidad de los pueblos permanece.

Ávila universal

Es así como lo ha reconocido la UNESCO, al declararte Patrimonio de la Humanidad.

Patrimonio de la Humanidad es también tu hija predilecta: Santa Teresa de Jesús, con quien compartes universalismo.

Teresa de Ávila y Ávila de Teresa son dos nombres unidos por lazos indisolubles, que se complementan mutuamente. Una para la otra y ambas para todos.

Lo primero que percibe el viajero al llegar a esta vetusta ciudad, es la presencia invisible de esta mujer singular. Se la encontrará a lo largo y a lo ancho de todo su recorrido por la ciudad. En las plazas, en las calles, en los templos, en los claustros, en los corredores, en los lugares más recónditos.

Como centinela de la ciudad, a la puerta del Alcázar de la muralla se yergue majestuosa, la estatua con la figura de Teresa mirando al cielo y desde el silencio de la piedra parece decir al viajero presuroso: olvídate por un momento de las prisas y el trasiego, detén tus pasos y quédate conmigo por un momento, que tengo una cosa importante que decirte: “Nada te turbe nada te espante, todo se pasa…. ¡solo Dios basta!”                            

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Sobre la autoría

Ángel Gutiérrez Sanz

VIDA Y OBRA DE ÁNGEL GUTIÉRREZ SANZ

Ángel Gutiérrez Sanz nace en Alaraz (Salamanca) 20 de Julio (1939) en el seno de una familia cristiana, donde se tenía aprecio por la cultura. Fue el más pequeño de una familia numerosa, integrada por siete hermanos. Aquí aprendería las primeras letras. Apenas cumplidos los 11 años, abandona su pueblo natal con destino al internado que los PP. Dominicos tenían en La Mejorada, provincia de Valladolid, luego vendrían otros internados en la provincia de Segovia, Toledo y Ávila, por lo que solo pudo disfrutar del calor de familia en las vacaciones estivales. A los 12 años murió su padre y a los 23, aún sin haber concluido su carrera de filosofía en Madrid, murió su madre, por lo que se vio obligado a trabajar para costearse sus estudios de Filosofía, graduándose finalmente en Madrid por la Universidad Complutense, el año 1964.

Una vez licenciado en Filosofía y Letras y con los estudios completos de Teología, se puso a trabajar como profesor en colegios privados de Madrid. Posteriormente obtendría el grado de doctor por la misma universidad Complutense de Madrid, pero antes de que esto sucediera, fue llamado a filas y tuvo que cumplir su servicio militar, lo que supondría para él un grave contratiempo, al ver truncada su carrera y su vida profesional apenas iniciada. Una vez cumplidas sus obligaciones con la Patria, fue admitido en el mismo colegio que estaba trabajando y la vida volvería a recobrar su ritmo.

 En el año 1967 se casaría con la pedagoga Francisca Abad Martín, fijando su residencia en Madrid.

A partir de este momento, Gutiérrez Sanz vivió entregado a la vida familiar, que supo conjugar perfectamente con su profesión de docente y también con sus estudios, porque en los primeros años de matrimonio, Ángel Gutiérrez estaba ocupado en preparar sus oposiciones, para obtener una plaza como profesor numerario de filosofía, a la vez que trataba de concluir su tesis doctoral. Fueron años difíciles, en que tuvo que trabajar duro y sin tregua, para conseguir lo que consiguió.  Cierto que a su lado tuvo siempre a una amiga y colaboradora, que siendo ya madre, no solo supo hacer frente a las circunstancias, manteniendo intacta durante cinco años la licencia por estudios, concedida por el Ministerio de Educación, para que pudiera cursar la carrera de Pedagogía, sino que logró que los ojos de su marido pudieran contemplar la realidad con el verde de la esperanza.

Pasados estos primeros años de matrimonio, la situación fue mejorando. La tesis doctoral que llevaría por título "La Ética en Baltasar Gracián" llegó a feliz término, mereciendo la máxima calificación de "Sobresaliente cum laude", siendo publicada posteriormente. Y sobre todo la obtención de una plaza como profesor titular de filosofía y luego como catedrático de esta misma asignatura, iba a suponer que Gutiérrez Sanz pudiera dedicarse a su pasión de escribir.

En su dilatada vida docente en la enseñanza publica, ha desempeñando diversos cargos directivos, pero ello no ha sido obstáculo para seguir trabajando en el campo de la investigación. Su compromiso   al servicio de la cultura ha quedado patente, tanto en las aulas como fuera de ellas, bien como conferenciante en diversos foros, en el Ateneo de Madrid por ejemplo, así como en colaboración con diversos medios de comunicación social, a través de revistas filosófico-teológicas, históricas. educativas o de pensamiento.

Digno de reseñar es que, siendo catedrático y jefe del Seminario de Filosofía del Instituto Miguel Servet de Madrid y en colaboración con un equipo de profesores de este mismo seminario, obtuvo el Primer Premio Nacional del Segundo Concurso de Prensa sobre artículos, en la modalidad de reportajes sobre Pedagogía, convocado por la Fundación Santa María (S.M.).

En el año 1904, Ediciones TAU saca a la luz su primer libro titulado " Aspectos de una sociedad en crisis", en donde el autor apunta las directrices por donde habría de discurrir su pensamiento.

A partir de entonces su vocación como escritor fue haciéndose más determinante, hasta el momento de su jubilación.

MÁS INFORMACIÓN EN: https://blogculturalgutierrezsanzangel.blogspot.com/p/sobre-mi_10.html

 

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