Con más de 45 premios internacionales, pionero en radioterapia y protonterapia defiende una medicina más ética, humana y preventiva:
“Curar también es acompañar.”
Por Custodia Ponce
FOTOGRAFÍA Bernabé García-Heras Díaz (Bb)
Hay encuentros que se convierten en una auténtica clase magistral sobre la vida, la medicina y el sentido profundo de nuestra profesión. Entrevistar al doctor Álvaro Martínez no solo ha sido un privilegio, sino también una lección de humanidad, conocimiento y entrega.
Reconocido como uno de los grandes referentes mundiales en oncología radioterápica, el Dr. Álvaro Martínez acumula más de 45 premios nacionales e internacionales, entre ellos la Medalla de Oro de la Sociedad Americana de Oncología Radioterápica (ASTRO), la distinción más alta en su especialidad. Ha sido pionero en tratamientos de protonterapia y está especializado en el abordaje de múltiples tipos de cáncer: mieloma múltiple, vejiga, colon, ovario, páncreas, piel no melanoma, cuello de útero, riñón, hígado, mama, cabeza y cuello, próstata, pulmón, estómago, testículos, esófago… podríamos decir que es especialista en prácticamente cualquier tipo de cáncer.
Su conocimiento se refleja en más de 350 publicaciones en las revistas médico-científicas más prestigiosas del mundo. El Dr. Martínez ha sido jefe de residentes en el Centro de Cáncer Memorial Sloan Kettering de Nueva York, presidente del Departamento de Oncología Radioterápica de Beaumont Hospital Royal (Michigan) y profesor en la Facultad de Medicina de Oakland (California)… entre otros cargos de relevancia internacional.
Pero más allá de sus méritos científicos —que son extraordinarios—, lo que más me impresionó al conocerle fue su sensibilidad para comprender a cada paciente más allá de la enfermedad; su capacidad de observación; su visión ética de la medicina; su humildad al hablar del trabajo en equipo, y su firmeza al exigir un cambio urgente en las políticas de prevención del cáncer.
Conversar con él es comprender que la medicina necesita menos prisa y más propósito. Que no todo se trata de tecnología, sino de empatía. Que la verdadera innovación está en combinar ciencia y conciencia.
Por qué enfermamos cada vez más de cáncer
“La alimentación es uno de los factores más importantes de riesgo de cáncer.”

Custodia Ponce (Directora de GraZie Magazine · Dr. Álvaro Martínez (Medalla de Oro de la Sociedad Americana de Oncología Radioterápica)
––Dr. Álvaro Martínez: El cáncer es una enfermedad multifactorial. Hay causas genéticas claramente demostradas, como en el caso del cáncer de mama asociado a los genes BRCA1 y BRCA2. Por eso es vital ofrecer asesoramiento genético: un simple test puede alertarnos del riesgo de desarrollar ciertos tumores, y así establecer medidas de vigilancia precoz.
Luego está la alimentación, los déficits nutricionales o excesos, que afectan al sistema inmunológico. Si tus defensas están bajas, los virus como el VPH pueden activarse y provocar transformaciones celulares cancerígenas. Por otro lado, el exceso de consumo de alimentos procesados y con aditivos químicos también puede contribuir al desarrollo de la enfermedad. Es importante que las personas sean conscientes de su dieta y busquen un equilibrio nutricional.
También hay casos en los que no se encuentra una causa clara. Personas sanas, no fumadoras, con buena dieta, que desarrollan un cáncer. A eso se suma que vivimos más: la longevidad expone más nuestras células a factores externos.
Por suerte, los avances en diagnóstico precoz han aumentado el número de casos detectados en fases tempranas, lo que mejora la curabilidad y reduce la necesidad de tratamientos agresivos. El mensaje es claro: hágase revisiones, valore un test genético, y preste mucha atención a la dieta. «La alimentación es uno de los factores más importantes de riesgo de cáncer».

La vocación que marcó su vida
De Colombia a Estados Unidos, el camino de una vida dedicada a salvar otras.
¿Qué hay detrás de su decisión de convertirse en oncólogo?
––Desde niño supe que sería médico. Acompañaba a mi padre, también médico, y nunca tuve dudas. Me formé en cirugía general y mi idea era regresar a Colombia tras dos años en EE.UU., pero comprendí que mis talentos podrían desarrollarse más plenamente allí. Fue una decisión dolorosa para mi familia, pero necesaria.
Estados Unidos me permitió impulsar teorías, investigar, colaborar con otros profesionales brillantes. Recibí reconocimientos como la Medalla de Oro, pero ese honor también es de mis padres, mi esposa (con quien llevo 41 años), y de mis colaboradores científicos. Siempre he tenido claro que los logros se alcanzan en equipo.
Uno de mis mayores orgullos es saber reconocer el talento de otros. Eso permite avanzar más rápido. Yo no tuve a nadie que reconociera mi talento, por eso me esfuerzo en apoyar a quienes tienen ese brillo especial.

Dra. Elisabeth Arrojo (Premio Europeo Oncología) · Dr. Álvaro Martínez (Medalla de Oro de la Sociedad Americana de Oncología Radioterápica)
El talento que inspira: la historia de la Dra. Elisabeth Arrojo
“El verdadero legado de un médico no está solo en los pacientes que cura, sino en los médicos que inspira.”
A lo largo de su trayectoria, ha sido sin duda una referencia para muchos profesionales. ¿Recuerda algún alumno o caso que le haya dejado una huella especial?
––Sí, y quiero compartir uno muy especial que para mí fue muy importante. En una ocasión, un gran colega mío en España —uno de los jefes más respetados del país— me habló de una joven residente con gran inteligencia y deseo de superación. Quiso conocerme antes de viajar a Estados Unidos y coincidió que yo había sido invitado por la Sociedad Española de Oncología Radioterápica para impartir unas conferencias.
La entrevisté y, desde el primer momento, percibí que tenía un talento excepcional. Me identifiqué con ella porque vi que estaba algo desorientada, necesitaba enfoque. Le dije: «Eres brillante, pero si te dispersas en todas las direcciones no llegarás a ninguna parte. Tienes que centrarte».
Vino a trabajar conmigo a EE.UU. durante varios meses y allí, tanto yo como mi equipo, supimos reconocer sus capacidades y talentos. Quisimos que se quedara. Finalmente, estuvo con nosotros cuatro años y su evolución fue vertiginosa. Tenía una visión poco común, un impulso innovador y una clara vocación por el paciente.
Con el tiempo regresó a España y no dejó de avanzar. Hoy es la Dra. Elisabeth Arrojo, fundadora de este centro en el que hoy me entrevistas (INMOA). Elisabeth ha creado algo único: un modelo que une oncología, inmunología e hipertermia, una integración que no existe en ningún otro lugar del mundo.
Ella sabe ver lo que mucha gente no ve.
Elisabeth forma parte de ese pequeño grupo de profesionales que no se mueve por reconocimiento o dinero, sino por el deseo de avanzar en la medicina y transformar la vida de los pacientes. Ese es el verdadero sentido de esta vocación.
Crear médicos como ella no es fácil. Las facultades son fábricas de profesionales, pero solo un 1% o 2% logran destacar como lo ha hecho Elisabeth. Y es a esos perfiles a los que hay que apoyar, porque son quienes harán que la medicina de verdad progrese.
¿Estamos avanzando en la curación del cáncer?
Un paso gigante puede tardar años, pero cada avance abre una puerta a la esperanza.
––Sí y no. Los avances existen, pero el proceso es lento porque debe ser ético. Los tratamientos nuevos pasan por comités, protocolos y estudios clínicos rigurosos que pueden tardar años. No se puede experimentar a la ligera cuando se trata de seres humanos.
Además, muchos médicos desconocen o desconfían de nuevas terapias y no remiten pacientes, y la sanidad pública muchas veces impide derivar a centros donde se desarrollan tratamientos innovadores.
El apoyo a la investigación viene de universidades, colaboraciones internacionales y, sobre todo, de la filantropía. En EE.UU. hay una fuerte cultura de donación. España empieza a despertar a esta realidad. Ejemplo de ello es Amancio Ortega, que ha financiado equipos de radioterapia y ahora ha donado millones para instalar 10 unidades de protones.
Ojalá se gestione bien esa oportunidad y se convierta en un referente también para pacientes de otros países.
Radioterapia y Alzheimer: una línea de esperanza
“España tiene la oportunidad de demostrar al mundo que la radioterapia puede cambiar la historia del Alzheimer.”
––Parece que la radioterapia tiene muy buen potencial. Pero uno, como médico, debe ser muy prudente y no prometer lo que aún no está demostrado. Hace once años comencé a investigar en Alzheimer, motivado por una razón muy personal: a mi madre le diagnosticaron esta enfermedad, y como médico e hijo, necesitaba entenderla para intentar ayudarla.
Me sorprendió descubrir ciertas similitudes entre los procesos del Alzheimer y otras enfermedades tratadas con radioterapia. Eso me llevó a conectar puntos que nadie más había relacionado, y decidí iniciar un estudio pionero. En EE.UU. conté con el apoyo de un radiofísico y un radiobiólogo, y comenzamos a trabajar con ratones genéticamente modificados.
El proceso fue muy complejo y costoso: solo desarrollar una colonia de ratones implicó una gran inversión, sin contar los equipos adaptados para irradiar cerebros tan pequeños. Yo mismo financié gran parte del proyecto con regalías de mis patentes, invirtiendo cerca de 7,5 millones de dólares durante diez años antes de tratar al primer humano.
Los resultados en animales fueron esperanzadores: los ratones tratados estabilizaban su deterioro e incluso mejoraban, a diferencia de los no tratados, cuya enfermedad progresaba. Eso convenció a la FDA de autorizar el estudio en humanos.
Sin embargo, hacer esta investigación en EE.UU. es muy difícil por motivos regulatorios. Por eso elegí España para la siguiente fase. Aquí conté con el respaldo de cinco grandes jefes de oncología radioterápica. Uno de ellos es el investigador principal del estudio, y yo actúo como asesor científico internacional.
Actualmente solo falta la aprobación final del Comité de Ética. Si se concede, España será pionera en tratar el Alzheimer con radioterapia y en demostrar qué dosis es más efectiva. Esto podría posicionar a la medicina española como referente mundial en esta enfermedad. Y, como digo, eso sería un auténtico bombazo.

Alimentación y cáncer: lo que hacemos mal
“Nos hemos convertido en los peores enemigos de nosotros mismos por la forma en que comemos.”
Hoy sabemos que una mala alimentación puede ser responsable de hasta casi un 40% de los casos de cáncer. ¿Qué estamos haciendo mal como sociedad?
––Lo primero es el impacto de la comida rápida y de los alimentos ultraprocesados, como los embutidos industriales cargados de aditivos que permiten que duren meses en el supermercado. Estos productos contienen sustancias que el cuerpo no reconoce como naturales, y muchos de ellos son potencialmente cancerígenos.
No digo que no se pueda comer un embutido jamás, pero si lo consumes con frecuencia —varias veces a la semana— tu organismo no tiene capacidad de compensarlo a largo plazo. Lo mismo ocurre con las hamburguesas, patatas fritas y otros alimentos de comida rápida. Todo esto se ha convertido en un hábito cultural, especialmente entre la población joven, que muchas veces no tiene tiempo, recursos o costumbre de prepararse comidas saludables en casa.
Hay una diferencia enorme entre comer un pan fresco del día, sin aditivos, y un pan de supermercado que dura tres meses. Lo mismo ocurre con la mayonesa, los productos empaquetados, y los preparados que se consumen por comodidad.
El problema es que hemos normalizado estos hábitos sin darnos cuenta de lo mucho que afectan a nuestra salud. Y muchas personas prefieren ir a la farmacia a comprarse un multivitamínico que hacer el esfuerzo de comer mejor.
Lo importante es volver a una alimentación más natural, más fresca, menos intervenida. Eso no solo es más saludable, sino que podría tener un impacto real en la reducción del riesgo de cáncer. Comer bien es una de las formas más eficaces —y a la vez más ignoradas— de prevenir enfermedades.
El poder de la mente y las emociones
“Una persona feliz tiene más defensas para luchar contra el cáncer.”
––Bueno, es difícil afirmarlo desde la ciencia. Yo vengo de una mentalidad en la que las cosas deben probarse. No es sencillo demostrar ese argumento, aunque se han realizado estudios que muestran que, cuando una persona está bien emocionalmente, equilibrada —ya sea por amor, compañía o actitud vital positiva—, ciertos marcadores en sangre mejoran respecto a alguien que está deprimido o se siente solo.
Ahora, hacer un estudio poblacional que compare la incidencia de cáncer entre personas felices e infelices es casi imposible, entre otras cosas porque, ¿cómo defines “feliz”?
Lo que sí puedo decir es que hay una correlación positiva, aunque difícil de medir, entre el estado emocional del paciente y su respuesta al tratamiento. Lo he vivido con mis propios pacientes. El sistema inmunológico —clave para eliminar células malignas que todos producimos diariamente— funciona mejor en personas emocionalmente estables.
He tenido pacientes con varios tumores recidivantes y les he preguntado directamente: ¿por qué sigues generando tumores?, ¿qué es lo que buscas? Algunos cambian, dejan de generarlos y no vuelven. Otros siguen igual, y lamentablemente mueren.
Así que sí, creo honestamente que la mente y la psique influyen mucho, tanto en la aparición como en la evolución del cáncer. Pero es muy difícil de medir. Eso sí, nunca subestimemos el poder de una actitud vital positiva.
El acompañamiento al paciente
“Entender dónde está el paciente” — la clave para humanizar la medicina.
––Esa es una pregunta muy difícil, porque cada persona la enfrenta en condiciones distintas. Aquellos pacientes que tienen una red sólida de apoyo familiar, amigos o incluso laboral, suelen llevarlo mucho mejor que aquellos que están solos, sin nadie que les acompañe cuando más lo necesitan.
Por eso nuestra misión, tanto mía como la de la Dra. Arrojo, y la de cualquier profesional de la salud, es reconocer rápidamente en qué situación se encuentra cada paciente. Y el tiempo que tenemos para identificarlo es mínimo: hablamos de minutos. Observo cómo se sienta, si me mira a los ojos, si está tenso o relajado, cómo responde. Todo esto me da pistas clave.
A partir de ahí, adapto mi comunicación y decido cómo podemos ayudarle. A veces con tratamientos convencionales como radioterapia, hipertermia electromodulada o quimioterapia, y otras veces con apoyo psicológico, nutricional o derivación a asociaciones de pacientes. Pero hay que detectarlo de inmediato para actuar.
Hasta el lenguaje corporal cuenta. A algunos les hablo sentado, a otros de pie, porque cada gesto comunica algo. Y si hay que derivarlo a un cirujano, elijo bien: no cualquiera, sino aquel que sabrá conectar con esa persona. Porque no todo es técnica; también es humanidad.

Prevenir el cáncer: una cuestión de conciencia y voluntad
“La prevención del cáncer no da votos, pero salva vidas.”
––Lo primero: no me gusta la palabra “dieta”. Suena a restricción, a sufrimiento. Yo prefiero hablar de una nueva forma de nutrirse. No se trata de comer menos, sino de escoger mejor qué te llevas a la boca.
La nutrición es clave. Si bien el tabaco representa un riesgo de entre el 22% y el 25% de desarrollar ciertos tipos de cáncer, la alimentación inadecuada puede representar hasta un 35%. Y sin embargo, no se le da la misma importancia.
No quiero restar valor a las campañas antitabaco, pero necesitamos campañas serias sobre alimentación. Comer bien no debería ser un privilegio, sino una prioridad. Y para eso hace falta educación, conciencia y acompañamiento.
Además, debemos identificar a las personas con mayor riesgo: por antecedentes familiares, por hábitos de vida, por predisposición genética. A esas personas hay que hacerles un seguimiento especial, con revisiones más frecuentes y pruebas específicas. Eso también es prevención.
Pero lamentablemente, la prevención no da votos. Los políticos no la priorizan porque no se ve. Nadie les agradece por un cáncer que no ocurrió. Sin embargo, si se entendiera que prevenir ahorra millones al sistema de salud, todo cambiaría.
En EE.UU., entre el 66% y el 70% del presupuesto oncológico se gasta en pacientes que no sobreviven. Solo el 30% se invierte en quienes se curan, esto es una locura. Esto debe cambiar. Y la prevención es la mejor inversión que un país puede hacer. Pero para eso, necesitamos voluntad política y visión a largo plazo.
Sí. Necesitamos mejor comunicación entre los médicos, independientemente de donde trabajemos: en la privada, o en la salud pública. Necesitamos mejor comunicación entre nosotros. Necesitamos que dejemos el “EGO”, el de que yo soy la vaca sagrada y usted no me va a venir a decir lo que tengo que hacer. Entiendan que todos estamos luchando contra el mismo enemigo, entonces unámonos, trabajemos juntos. Los médicos debemos ser más generosos, sin EGO. Hagámoslo por el beneficio de los pacientes.
Escuchar al doctor Álvaro Martínez es recibir una inyección de esperanza y sentido común. Con una carrera brillante, una mirada profundamente humana y una honestidad que no negocia con los intereses, su testimonio nos recuerda que la medicina, en su esencia, debe estar al servicio de las personas, no del sistema. Ojalá este tipo de referentes reciban el reconocimiento que merecen. Y ojalá sus palabras, aquí recogidas, sirvan para despertar conciencias y promover un cambio real desde la prevención.
#SiempreGraZie
#GraZieMagazine #CustodiaPonce #DrAlvaroMartinez #INMOA #Oncologia #MedicinaConAlma #Radioterapia #Alzheimer #PrevencionDelCancer #CienciaYHumanidad #EntrevistasQueInspiran
Sobre la autoría
Como CEO de GraZie Magazine, mi misión es transformar y elevar el concepto de la comunicación, convirtiendo nuestras publicaciones en un referente dentro de su nicho. Esto no trata solo de mantenerse al día con las últimas tendencias, sino de innovar y buscar nuevas formas de contar historias que realmente importan y nos conduzcan a un estado de reflexión. Estoy comprometida a liderar con una visión clara y estratégica, enfocada en el crecimiento sostenible y la innovación constante.
En mi rol, tengo el privilegio de coordinar y motivar a un equipo increíblemente talentoso y comprometido con este magazine. Juntos, hemos incrementado nuestra base de lectores de manera significativa y fortalecido nuestra presencia en el mercado, con la mirada puesta en expandirnos aún más. Nuestro enfoque está en crear contenidos relevantes y atractivos que no sólo informen, sino que también inspiren y conectan profundamente con nuestra comunidad.
Mi amor por la comunicación no se detiene aquí. Estoy dedicada a seguir aprendiendo y creciendo en este apasionante campo, siempre buscando nuevas formas de mejorar y ofrecer lo mejor a nuestros lectores. La comunicación no es solo una profesión para mí; es mi vocación y mi pasión.













