DEL HOLOCENO AL ANTROPOCENO
© Pedro Rodríguez Castañeda
Después de mis últimos artículos publicados donde hacía referencia a la situación política actual, marcada especialmente por la llegada de Mr. Trump con el sistema de aranceles planteado, y sobre la situación vivida por la Dana en España, quiero hacer una reflexión sobre la vida que nos espera en los próximos años si no somos capaces de tomar decisiones inteligentes para remediarlo.
Pero permitidme, antes de iniciar esta reflexión, para aclarar conceptos y ayudar a que la lectura sea comprensible, definir holoceno y antropoceno:
Holoceno: periodo geológico superior de la época cuaternaria, que se inicia con la revolución neolítica y el fin de la última glaciación, donde la especie humana fue dominante.
Antropoceno: época geológica que es la tercera y última de la era cuaternaria que llega hasta la actualidad, marcada por el impacto significativo y global de la actividad humana en el planeta.
Parece que efectivamente la etapa que estamos viviendo, de incremento de la temperatura y riesgos meteorológicos, nombrado cambio climático, es consecuencia de la actividad galopante del ser humano y de la sociología creada para dar la sensación de que es la mejor manera de hacer.
Según el naturalista Joaquín Araujo Ponciano “la principal característica de esta civilización es de una torpeza literalmente ontológica. Consiste en pretender vivir sin la vida, y cuando se empieza a vivir sin la vida se acaba viviendo contra la vida…”
En efecto, si pensamos y analizamos nuestro comportamiento terrenal, podemos darnos cuenta de que realizamos acciones dirigidas para conseguir nuestro deseo con placer, que no es otra cosa que el hedonismo, y además nos dejamos llevar por el consumismo, siempre propuesto por unos pocos para conseguir su propio beneficio económico. Lo que acabo de decir en principio no parece que sea preocupante, sin embargo, se debe conocer que todo proceso económico está marcado por la entropía, medida del desorden o caos en un sistema, y sometido a la segunda ley de la termodinámica: “la cantidad de entropía en el universo tiende a incrementarse en el tiempo”.
Las sociedades industriales donde vivimos se han separado de la naturaleza y, como comentaba anteriormente, estamos viendo un incremento constante de la temperatura, añadimos cada día más gases de efecto invernadero debido a los 1.500 millones de coches, camiones y autobuses, 105.000 aviones que operan al día aproximadamente y un aumento constante en la actividad industrial.
El incremento de actividad ha producido incendios por todos conocidos como los ocurridos en Australia, la Amazonia, California, Canadá y en otras muchas zonas del mundo, así como deshielo de glaciares, destrucción de tierra fértil y desaparición de especies. Pero lo que es más grave, estamos poniendo en peligro nuestra especie. Esta opinión no es mía, lo han expuesto grandes científicos de todo el mundo y han vaticinado un futuro desolador para nuestro planeta, con la desaparición de miles de millones de habitantes, además de incrementar, aún más, llegado ese momento, las diferencias sociales y económicas de todos los que consigan permanecer.
A este panorama citado, tan desagradable, se le añade la falta de alimentos, la escasez de agua dulce, la contaminación con sustancias peligrosas, sean plásticos o residuos nocivos en general, que amenazan cada día más a la biosfera, irremplazable y única para el “homo sapiens”.
Siguiendo con el tema planteado es preciso tratar y resaltar el asunto de las tierras raras, tan demandado por todas las potencias industriales, cuyo interés es, sobre todo, conseguir energías renovables, ya que el consumo de energía no podrá mantenerse con la energía actual. Estas tierras raras, así llamadas, se centran en productos químicos como el molibdeno (Mo), el neodimio (Nd), el cobalto (Co), y otros materiales como el cobre (Cu) y el aluminio (Al), productos naturales limitados, que lo serán aún más, con un crecimiento continuo que estamos viviendo.
Especial atención debemos tener con el litio (Li), tan demandado para sustituir los cientos de millones de motores de combustión interna por motores eléctricos o baterías, que producen una gran contaminación y forman parte de las sustancias peligrosas citadas anteriormente.
Después de todo lo expuesto, considero que lo más importante actualmente es que seamos conscientes de la situación que vivimos, y tomar las medidas necesarias para abordar el calentamiento global y la crisis financiera que tenemos por el incremento constante de la actividad.
A este respecto se hizo público el 21 de julio de 2008 el nuevo pacto verde (Green New Deal) para solucionar el triple crack de la crisis del crédito, el cambio climático y los elevados precios del crudo, proponiendo: “menos desplazamientos, no ir en contra de la termodinámica y adaptar la economía mundial a los limites biofísicos del planeta”. Junto con la Conferencia de las Partes (COP) que se celebra anualmente con las naciones que han ratificado la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), la última celebrada del 11 al 22 de noviembre de 2024 en Bakú, Azerbaiyán (COP 29), puede ser el inicio para conseguir un cambio positivo para la naturaleza y para todos sus habitantes.
Ante estas líneas, tan duras, me pregunto ¿cómo podremos solucionar este gran problema para los habitantes actuales y, sobre todo, para las generaciones futuras?
La primera propuesta debería llevarnos a una solución política, apoyada por todas las organizaciones mundiales establecidas que pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos y esfuerzos diarios. ¿Será posible con el egoísmo personal y las soluciones totalitarias mostradas por dirigentes como Trump, Putin, Xi Jinping…?
Cada uno puede tener su opinión, pero me da la impresión, a la vista de las actuaciones que percibimos cada día, que solo reaccionaremos cuando no tengamos más remedio, sea por guerra mundial o catástrofes insoportables.
Si seguimos creciendo, sin control, destruiremos la biosfera terrestre, la atmósfera, la geosfera, la hidrosfera… y la principal medida a tomar es conseguir la sostenibilidad del planeta.
Esto no es fácil, se necesita información clara y precisa, compromiso personal, especialmente de los dirigentes y de los técnicos de todo el mundo. Para incidir en esto quiero citar al periodista y novelista inglés George Orwell, nacido en la India en 1903, cuando escribía: “en tiempos de engaño universal decir la verdad se convierte en un acto revolucionario”.
Para terminar este comentario voy a exponer algunas frases que pueden ayudar a mejorar la situación que soportamos:
- La ciencia bien entendida induce humildad y la humildad bien llevada socava el antropocentrismo (teoría que afirma que el hombre es el centro del universo).
- Los seres humanos somos seres emotivos y racionales, entender nuestros actos supone un profundo amor por la vida.
- Necesitamos el arte y la ciencia para conversar con el mundo y sentirnos en él como en nuestro hogar.
- Lo valioso no es el bienestar material, sino la armonía entre lo material y lo espiritual.
- Aceptemos nuestra finitud, la inmanencia y el amor, reduzcamos el modelo mecanicista y evitemos el modelo reduccionista de lo que significa ser humano.
Queridos lectores hagamos el esfuerzo necesario para prevenir cualquier desastre innecesario en la naturaleza y hagámoslo socialmente porque la sociología de la posmodernidad que vivimos ha demostrado que la individualización genera ansiedad, incertidumbre y angustia a los individuos.
…En GraZie Magazine creemos que la conciencia nace de la reflexión serena y valiente. Este artículo nos invita a detenernos y pensar: ¿cuál es el legado que dejaremos a las generaciones futuras? En tiempos donde lo inmediato parece gobernar, defender la vida —en todas sus formas— es un acto profundo de responsabilidad y amor. Que estas palabras no se queden en el papel, sino que nos impulsen a ser parte activa del cambio. Porque el futuro, aún, está en nuestras manos.
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Sobre la autoría

D. Pedro Rodríguez Castañeda
Licenciado en Ciencias Químicas, especialidad Industrial, en la Universidad de Valladolid.
Máster en Dirección y Administración de empresas, por ESDEN. Máster en Formación para directivos Gustav Kaeser y Máster en estudios avanzados de Filosofía, por la Universidad Complutense de Madrid.
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
Resaltar, además de la formación, los trabajos realizados: dos años en la Universidad de Valladolid en la catedra de Química Orgánica, realizando la TESIS doctoral. Tres años como jefe de Laboratorio en Sociedad General Azucarera (SGA) y varios años trabajando con diferentes multinacionales del sector médico. Esta formación y experiencia me llevó a constituir mi propia empresa, PAIPEISA, S.A, a la que he dedicado más de tres décadas y donde he conseguido mucho más de lo esperado.