SER, HACER y TENER
© Pedro Rodríguez Castañeda
Cada día que pasa nos encontramos con noticias, hechos y opiniones más sorprendentes, sin poder clarificar, en muchas ocasiones, si se ajustan a la realidad, si son manipuladas o sencillamente el mundo avanza en la dirección que interesa a unos pocos, ya sea por intereses políticos, económicos o de cualquier otra índole.
¿Esto qué significa, que el mundo ha cambiado o que está evolucionando?
Sin duda que hay una evolución tecnológica incesante, pero el ser humano no ha cambiado al mismo ritmo que la tecnología, lo que me lleva a citar a la filósofa Hannah Arendt cuando decía: “El pasado ha dejado de arrojar luz sobre el futuro, la mente humana vaga en la oscuridad. Se hace imprescindible estudiar de nuevo el significado de la responsabilidad humana y el poder del humano juicio”.
Sí, muchas personas de diferentes lugares, por razones varias, ya no confían en la estabilidad del mundo y tampoco ven cual ha de ser su posición para remediarlo. Esta dificultad nos ha de ayudar a pensar, sabiendo que pase lo que pase, debemos hacer todo lo que podamos para seguir viviendo con nosotros mismos. Ese pensar que necesitamos no es otra cosa, y más en este momento, que mantener un diálogo entre yo y yo mismo, como se solía llamar al pensamiento desde la época de Sócrates y Platón.
Todos sabemos que el razonamiento y las pasiones son la base de nuestro SER, donde la voluntad ejerce el papel de árbitro. Nuestro pensamiento individual nos da personalidad, pero debemos ser conscientes de que vivimos en sociedad y de que nos relacionamos con otras muchas personas de ideas similares o diferentes, ideas que son necesarias para conseguir un juicio. Kant expresaba muy acertadamente que lo que nos integra en una comunidad con otras personas es el sentido común.
Pensar no es HACER, pero es necesario para realizar la acción o las acciones precisas para conseguir las leyes y las normas morales que nos obliguen a todos, especialmente a los mejor posicionados en esta sociedad, a tener una responsabilidad colectiva. Ninguna norma moral individual puede excusarnos de la responsabilidad colectiva.
Para aclarar lo anteriormente expuesto y haciendo una descripción grosera de la sociedad, podemos estar de acuerdo en que la sociedad en general está compuesta de familias, organizaciones sociales, económicas y políticas, donde cada uno de sus miembros puede tener actividades muy diversas: culturales, artísticas, deportivas, etc. Muchos ejemplos se podrían poner, pero serán por todos conocidos, así el padre que dice a sus hijos: “haced caso de lo que os digo, trabajad, sed respetuosos y desarrollad actitudes para conseguir una buena vida y mejorar la sociedad”, pero él en su relación familiar, laboral o cultural hace lo contrario de lo dicho a sus hijos, de forma similar, los directivos empresariales y los dirigentes políticos proponen siempre esfuerzos, respeto, precisión, cumplimiento de normas y honradez para conseguir objetivos y bienestar, pero muchas veces hacen lo opuesto.
En cualquiera de los casos citados se ha eludido la teoría impuesta a los demás, aceptándose una norma moral propia para no responsabilizarse de los propios actos y así conseguir un trato de favor. Lo único que hace este comportamiento es confirmar uno de los móviles más conocidos de las acciones humanas, el egoísmo para obtener dinero, poder o placer.
Ante esta situación TENER una sociedad mejor es muy difícil. En estos casos citados la ética los define perfectamente por su actuación y no deben ser referencia para conseguir esa sociedad que, cada vez más, necesitamos.
Esta introducción me anima a proponer acciones que no son fáciles de conseguir pero que nos ayudarían a estimular ese mundo mejor. De los ejemplos planteados, sobre cada uno de ellos, se podrían escribir muchos libros, pero me voy a limitar a comentar el más determinante por ser el que tiene una mayor amplitud e incidencia para todos los ciudadanos, la política.
Empezaré haciéndome una pregunta, clave para conseguir el objetivo.
¿Cómo podemos organizar nuestras instituciones políticas de forma que los gobernantes no honrados o incompetentes nos causen el menor daño posible?
Propongo cuatro puntos que considero elementales, aunque podrían citarse otros muchos más.
1.- Detectar los errores cometidos y eliminarlos. Para lo cual, es fundamental que exista un racionalismo crítico, donde no se impongan las mentiras y donde se castiguen contundentemente si es que se producen.
2.-La verdad ha de ser el principal valor y para ello ha de haber una justicia independiente de la política. Es preciso resaltar que las instituciones no actúan, sino que son los individuos los que actúan en o para las instituciones, por lo tanto, somos los individuos los que debemos conseguir el desarrollo correcto de las instituciones.
3.-Para determinar la verdad de los hechos, es indispensable conocer en profundidad toda la documentación generada (podemos hacer una excepción por razones de seguridad nacional, pero no que todo sea secreto para favorecer la corrupción) y conocer quien ha decidido una cosa o la contraria, con los datos conocidos será la justicia independiente la encargada del castigo.
4.-Las buenas y las malas cualidades de las acciones junto con el modo de ser de las personas constituyen la virtud o el vicio y determinan nuestro carácter personal. Este carácter personal es precisamente el que actúa sobre las pasiones, por lo tanto, debemos siempre favorecer que los políticos se basen en la virtud y no en el vicio.
Esta corta reflexión puede ayudar a muchos a considerar su responsabilidad en esta sociedad compleja y manipulada por políticos y grupos económicos. Teniendo en cuenta que ambos son muy necesarios debemos tomar todas las medidas que estén a nuestro alcance para que sean los mejor dotados los que nos representen.
Personalmente opino que, con este esfuerzo individual, eludiendo la propaganda siempre interesada, podríamos mejorar la clase política actual y también contradecir la opinión de Norberto Wilner cuando escribía: “El mundo del futuro será una lucha cada vez más implacable contra las limitaciones de nuestra inteligencia.”
Sobre la autoría
D. Pedro Rodríguez Castañeda
Licenciado en Ciencias Químicas, especialidad Industrial, en la Universidad de Valladolid.
Máster en Dirección y Administración de empresas, por ESDEN. Máster en Formación para directivos Gustav Kaeser y Máster en estudios avanzados de Filosofía, por la Universidad Complutense de Madrid.
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
Resaltar, además de la formación, los trabajos realizados: dos años en la Universidad de Valladolid en la catedra de Química Orgánica, realizando la TESIS doctoral. Tres años como jefe de Laboratorio en Sociedad General Azucarera (SGA) y varios años trabajando con diferentes multinacionales del sector médico. Esta formación y experiencia me llevó a constituir mi propia empresa, PAIPEISA, S.A, a la que he dedicado más de tres décadas y donde he conseguido mucho más de lo esperado.