GYPSY ¡Todo va a ir de perlas!

por Ángel de Quinta | Ángel de Quinta, Arte, Destacada

¡Todo va a ir de perlas!

© Por Ángel de Quinta

GYPSY, escrito en mayúsculas y con letras brillantes, es el nombre del nuevo proyecto del TEATRO SOHO CAIXABANK, también un nuevo reto para Antonio Banderas que pone en marcha y dirige “el más grande musical de la historia”. Ahora te contamos por qué.

GYPSY ¡Todo va a ir de perlas!

May we entertain you!

Es la frase que abre el show. Tras una de las oberturas más electrizantes jamás escritas, se levanta el telón (terciopelo rojo y flecos dorados, por favor, hablamos de un clásico) ante el destartalado escenario de un teatro de provincias lleno de niños aspirantes a “entertainers” afanándose en ser elegidos para una nueva función. Son los años 20 y la depresión ha hecho estragos en una América famélica que lucha desesperadamente por sobrevivir, siendo el mundo del espectáculo una tabla de salvación para tantos como estarían dispuestos a matar por un poco de pan o un poco de éxito. Madame Rose Hovick irrumpe en escena gritando a sus hijas que canten más alto para que nadie pase indiferente ante el talento de esas dos inocentes criaturas que entonan, con sonrisa exultante, ¡déjanos entretenerte! a pleno pulmón. Una de ellas, June, es la perfecta imagen de la “niña prodigio” al viejo estilo Hollywood, una suerte de Shirley Temple saltarina de tirabuzones dorados, mientras su hermana Louise es un patito feo abrumada ante las exigencias de una madre coraje que las empuja compulsivamente “hacia la luz” de las candilejas.

Some people

Por extraño que pueda parecer no serán ni la madre ni su repelente hija June las que pongan título a este icónico musical, siendo la tímida Louise, sufridora en la sombra, quien, tras publicar unas escandalosas memorias, inspiró a sus autores a contarnos la historia de una familia de faranduleras. O, dicho de otro modo, de “gypsies”. Gitanos, vagabundos, nómadas sin techo fijo ni dirección permanente. “Cómicos de la legua”, como aquí los llamamos, pobres almas errantes entre una ciudad y otra, entre un escenario y otro, durmiendo en pensiones de mala muerte, subiéndose a cualquier tarima en la que los contrataran por unos pocos dólares. Se necesita tener madera para renunciar a las comodidades de una vida tranquila y segura, y no todos están hechos para ello. Hay quienes prefieren quedarse sentados haciendo punto en su sala de estar, incluso quien se contenta jugando al bingo y pagando religiosamente el alquiler, pero no Rose, ella no es esa clase de mujer. Estas últimas frases pertenecen al tema que nos presenta -sin necesidad de más preámbulos- a la protagonista del show; y pocas canciones han logrado retratar a un personaje con tal precisión, pero claro, fue escrita por Stephen Sondheim sobre la música de Jule Styne, ¿qué otra cosa podríamos esperar?

GYPSY ¡Todo va a ir de perlas!

If momma was married

De teatro en teatro, igual que de marido en marido, la señora Rose deambula por una vida que se resiste a ofrecerle el éxito en bandeja, pero ella no cejará en el desesperado intento de ver triunfar a sus retoños en el mundo del vodevil, a pesar de las trabas que no deja de encontrar a su paso, especialmente cuando la Gran Depresión amenaza con acabar con este tipo de espectáculo en franca decadencia. En medio de una poco prometedora audición conoce -y conquista- a Herbie, un antiguo representante de actores que sueña con alejarse del mundo del espectáculo, pero Rose y sus encantos de manipuladora profesional lo convencen para que vuelva al negocio y les ayude a conseguir algún contrato decente. Las chicas, hartas de esa vida, fantasean con que Herbie logre hacer sentar la cabeza a su madre y se case con ella para formar una familia “normal” y dejar de trotar sin resuello por hoteluchos y albergues de tres al cuarto. Si mamá se casara viviríamos en una casa privada solo para nosotras cantan las dos niñas, cuando ya empiezan a dejar de serlo, rogando al cielo que esa mujer se dé por vencida y diga “sí” de una, y definitiva, vez. Pero, ya lo hemos dicho antes, Rose no pertenece a la clase de personas que se rinden fácilmente, y nadie la va a convencer de que abandone el sueño de convertirse en madre de dos estrellas, o al menos de una, un sueño que en realidad es el suyo propio, su deseo frustrado de llegar a brillar sobre un escenario. El síndrome de la “madre de artista” ha sido objeto de múltiples dramas o comedias, en cine o en teatro, desde aquella “Bellísima” (Luchino Visconti, 1951) en la que una Anna Magnani sedienta de éxito vuelca sus sueños rotos sobre los hombros de su pobre hijita. Algo así es lo que nos cuenta esta obra magna del teatro musical americano.

Everything´s coming up roses

Un día cualquiera de finales de los años 50, el productor David Merrick (Oliver, Hello Dolly, 42nd Street) se tropezó con las memorias de la célebre stripper Gypsy Rose Lee, enganchándose con una historia tan excitante como peculiar y empezando a imaginar cómo resultaría con música y actores. Fue corriendo a comentárselo a su amiga, la gran Ethel Merman, que mostró un entusiasmo inmediato ante el que podía ser el papel de su carrera, lo que es decir mucho ya que hablamos de una de las grandes divas de Broadway de todos los tiempos, y ya había protagonizado éxitos de Cole Porter (Anything Goes), George Gershwin (Girl Crazy) o Irving Berlin (Annie get your gun), entre otros muchos. Así que se apresuraron a hacerse con los derechos de la historia y conseguir un buen libretista que le diera forma, incorporando a Arthur Laurents al equipo que estaban empezando a formar. Lo siguiente fue buscar el autor de la música y las canciones, para lo que contactaron con los antes mencionados Porter y Berlin que no se sintieron del todo enganchados por el proyecto, declinando su colaboración. Entonces fue cuando el coreógrafo Jerome Robbins (West Side Story), que también se acababa de “subir al carro”, recomendó a un joven y aún no muy conocido Stephen Sondheim para que se encargara de componer música y letras. Sin embargo, ya sabemos cómo son las divas, la Merman se negó en redondo a que un novato sin demasiada experiencia le escribiera la partitura, contratando al más curtido Jule Styne (Funny Girl) como compositor y dejando a Sondheim a cargo de las letras de las canciones. A pesar de que el joven autor no aceptó en un principio, se cuenta cómo su amigo y mentor, Oscar Hammerstein, consiguió convencerlo para que no dejara pasar esta oportunidad de oro. A eso se le llama olfato. Con semejante equipazo estaba claro que todo iba a ir de perlas, o no, porque no sería el primer proyecto que se hundía a pesar de contar con lo mejorcito del negocio. Pero eso no le sucedió a Gypsy, convirtiéndose de inmediato en un bombazo desde su estreno en el Broadway Theatre, al ladito de Times Square, en mayo de 1959, llenando el vasto aforo del teatro durante dos años seguidos. Un auténtico “camino de rosas” -con algunas espinas también-, como canta la atribulada Rose al final del primer acto, en uno de esos números que los americanos llaman “showstopper” y que hacen que el público levante sus respetables posaderas de un brinco de sus asientos.

GYPSY ¡Todo va a ir de perlas!

Rose´s turn

Tal fue el éxito del show que, dos años después, el periplo de la familia Hovick fue llevado al cine de la mano de Mervin LeRoy, con Rosalind Russell como mamá Rose y una jovencita Natalie Wood como Gypsy (sin olvidarnos de la película para televisión que protagonizó nada más y nada menos que Bette Midler, en un papel que parecía haber sido pensado exclusivamente para ella). Luego vinieron el estreno en Londres y las múltiples reposiciones que desde entonces se han realizado, contando con algunas de las estrellonas más respetadas del género, desde Angela Lansbury hasta Patti LuPone pasando por Tyne Daly, Bernadette Peters o más recientemente la británica Imelda Staunton. Porque no ha habido una actriz de Broadway, especialmente al cumplir cierta edad, que no haya hecho lo imposible por meterse en los zapatos de este tremendo personaje. De hecho, mientras escribo esto, otra de las grandes divas que nos quedan (y ya no hay tantas, créanme) se encuentra inmersa en los ensayos para el inminente estreno de la última reposición en Nueva York. Hablamos de la inconmensurable Audra McDonald, una de las voces más gloriosas del musical en la actualidad.

GYPSY ¡Todo va a ir de perlas!

Y ahora le toca el turno a nuestra Marta Ribera, afrontando el mayor reto de su carrera -y de la carrera de cualquiera- poniéndose al frente de la producción del Teatro Soho CaixaBank que está a punto de estrenarse (el 17 de octubre, ve pillando entradas). La acompañan en esta vertiginosa aventura Carlos Seguí, Lydia Fairén, Carmen Conesa, Laia Prats, Aaron Cobos, Marta Valverde y Paco Morales, entre otros. La arropa la orquesta Larios Pop del Soho dirigida por Arturo Díez Boscovich, lo que siempre es una garantía de calidad y respeto por la partitura original. Pero también es el turno de Antonio Banderas -creo que no tenemos mejor “gypsie” en nuestro país-, enfrentándose ahora a la prueba más decisiva como director teatral, sin mencionar sus tareas de productor de este monumental espectáculo presentado en España por primera vez. Ya no nos quedan más sombreros que quitarnos ante nuestro héroe malagueño.

¿Que por qué hay que ir a Málaga a ver Gypsy? A ver, ¿no hemos dicho ya que se trata del musical más grande de la historia? En realidad no lo dice el que escribe esto llevado por la pasión del fan total, que lo han afirmado críticos de la talla de Ben Brantley del New York Times, entre otros muchos, por la excelencia de su música y sus letras, por una historia sobre el éxito y el fracaso que nos lleva desde el techo de la comedia hasta los sótanos del drama, por una serie de personajes inolvidables, de coreografías memorables (labor aquí de Borja Rueda sobre el original de Jerome Robbins), y espléndidos decorados en torno a un complejo y único personaje que no podrás olvidar fácilmente. Después de A Chorus Line, Company, Godspell y Tocando nuestra canción, ahora es el turno de Gypsy (Curtain up! Light the lights!). Y seguro, no lo ponemos en duda -mucha mierda, toneladas- que todo va a ir de perlas.

GYPSY ¡Todo va a ir de perlas!

#SiempreGraZie

#AntonioBanderas


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Sobre la autoría

Ángel De Quinta
Escritor y Profesor de Historia | Web

Ángel de Quinta sueña con ser escritor, pero mientras eso llega…escribe. Y enseña cursos de humanidades a alumnos norteamericanos en la Universidad de Sevilla (Historia Cultural de España, Arte y Cultura en al-Andalus, Novela y Cine…). Es autor del libro de texto “Lecciones de Cultura y Civilización Española” (Ed. Diada, 2013), y como apasionado de las artes escénicas y en especial del teatro musical, publica periódicamente en su blog “Stage door” (angel-stagedoor.blogspot.com) para no alejarse demasiado de sus adoradas calles de Broadway. En los últimos años ha colaborado en diversas publicaciones con reseñas, críticas teatrales o artículos de diversa índole como la revista “Pop up teatro” o el blog literario “Editorial Acto Primero” (editorialactoprimero.com/blog/)

Escribir es recordar lo que nunca pasó, ojalá lo hubiera dicho yo pero ya lo hizo Siri Hustvedt, que me cogió la delantera. Traer de los desvanes de la memoria lo que se soñó y no se hizo, las vidas que se imaginaron y no se vivieron, o las que están por llegar sin aún intuirlo. Lo que no comprendo lo escribo, eso sí es mío –creo yo- y tal vez el motor principal que me impulsa a pelearme con el blanco pérfido e inmaculado del papel o de la pantalla. A ver quién gana hoy.
Si te ayudo a recordar lo que nunca existió o a comprender lo que no entiendes con mis humildes escritos, es gracias a GraZie Magazine y a la bondad de quienes la inventaron como un arma de construcción masiva, gracias a ellos y a ti por regalarme tiempo y atención. Siempre GraZie.

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