Tocando Nuestra Canción
Por Ángel de Quinta
Banderas lo ha vuelto a hacer. No se rinde no, en contra de los que no daban un duro por que el ambicioso proyecto del Teatro del Soho saliera adelante como un referente internacional de las artes escénicas, el malagueño ha vuelto a tapar algunas bocas con las agallas y el brío que le caracterizan. Y aquí viene de nuevo, tras haber puesto en marcha joyas del musical más clásico como A Chorus Line, Company o Godspell, ahora nos presenta “They´re playing our song”, en español, Tocando nuestra canción. Gracias de corazón por anticipado, señor Banderas.
Solo él sabe de dónde le vendrá la atracción por productos tan genuinos, tan de culto, tan exquisitos -y tan setenteros- como los cuatro que ya lleva estrenados en su local malagueño, pero los que amamos el género, y muy en especial los frutos de esa década en la que el teatro musical viró con valentía de la tradición a la modernidad -nada más moderno que el Broadway de los 70´s- aplaudimos con entusiasmo la iniciativa de dar nueva vida a piezas semiolvidadas o poco frecuentadas en nuestros escenarios.
Cierto es que Tocando nuestra canción ya fue producida en España a principios de los 90 de la mano del gran Ricard Reguant interpretada por Angels Gonyalons y Pep Anton Muñoz, pero los que no tuvimos la suerte de verla entonces nos alegramos y mucho de que ahora “vuelvan a tocarla”.
Una historia romántica
¿De qué va este pequeño musical? Cuando decimos pequeño nos referimos a un formato apoyado en un par de personajes que llevan toda la acción sobre sus hombros, rodeados de algunos bailarines y algún que otro cambio de decorado, pero sin grandes alardes escenográficos ni demasiada tramoya. Una historia romántica, divertida y bien interpretada que conecta con un público que de seguro saldrá del teatro con una sonrisa ancha en los labios, a pesar de no haber visto nada superespectacular. Obras en las que se asumen menores riesgos económicos, aunque en bastantes casos dan muchas más satisfacciones a sus creadores, sin llegar a inflar tanto el globo de las expectativas. Ejemplos de estos encontramos en propuestas tan diversas -y tan exitosas- como “Te quiero, eres perfecto ya te cambiaré”, “Dear Evan Hansen”, “Casi normales”, sin olvidarnos del que se llevó el Tony el año pasado, “Kimberly Akimbo”, o incluso del espléndido “Company” que hemos disfrutado aquí hace un par de temporadas. A veces, en el teatro, como en la vida real, lo pequeño se convierte en grande.
“They´re playing our song”
Fue estrenada en Broadway en 1979 después de haber tenido un rodaje previo en Los Ángeles, cosa que se suele hacer antes de atreverse a levantar el telón en la ciudad de los rascacielos. Si nombramos su autor, Marvin Hamlisch, tal vez muchos se queden igual -gran drama que el nombre de los autores repose tantas veces en la sombra- pero si nos referimos al creador de The way we were (Tal como éramos), El golpe o del antes mencionado A chorus line, ya sí nos va sonando algo ¿no? Y en este show nos suena su propia canción, tocando una serie de espléndidos temas que nos van narrando, mediante un personaje que actúa como su particular “alter ego”, las tribulaciones del compositor musical así como su ajetreada relación con la que fue compañera artística y sentimental Carole Bayer Sager, una de las letristas más populares -y premiadas- del show business, y responsable, a la sazón, de las letras de esta romántica pieza.
El Protagonista
Vernon Gersch, el protagonista, aquí interpretado por el genial Miquel Fernández, disfruta de gran éxito en la música pop aunque empieza a hacerle falta un colaborador fijo, o colaboradora, que trabaje junto a él escribiendo las letras de sus canciones. Así es como aparece en su vida Sonia Walsk -que nos ofrece la magnífica María Adamuz, a la que también vimos en Company- removiendo su plácida existencia como si de un tornado se tratara, poniendo patas arriba con su alocada, caótica personalidad, todo lo que Vernon, pobre hombre, daba por sentado. La comedia está servida, más aún cuando aparece una especie de coro griego, en forma de cuerpo de baile, como reflejo de las cavilaciones, inseguridades y dilemas de los atribulados protagonistas en lucha permanente contra sí mismos y contra la atracción que irremediablemente comienzan a sentir el uno por el otro, a pesar de ser tan diferentes, incluso opuestos.
Con un magnífico libreto de Neil Simon, el padre de la comedia americana de las últimas décadas del siglo XX, traducido por María Ruíz, la función gozó de un éxito inesperado tanto en Broadway como en Londres, prolongándose varios años en cartel después de su estreno. Y ahora nos llega a España, a Málaga de momento, por un periodo limitado de cinco semanas comenzando el 6 de junio y hasta el 14 de julio.
La Orquesta
Como en los anteriores tres musicales producidos por el Teatro Soho CaixaBank, la orquesta estará liderada por el genial Arturo Díez Boscovich, lo que supone una garantía de calidad más que probada, así como otro aliciente para no perderse este pequeño gran show que nos hará pasar un par de horas de disfrute total con dos de las palabras más sublimes que el ser humano ha inventado, más aún cuando van juntas: Comedia Musical. Y encima dirige el propio Antonio Banderas, que nos vuelve a tocar su canción de amor y rendida pasión por el arte y el espectáculo con mayúsculas.
Sí, parece que una vez más lo ha vuelto a hacer, y las que le quedan, porque en unos meses empieza a montar el que muchos apodan el “musical perfecto”, hablamos de Gypsy, un eterno clásico que de seguro nos va a dejar con la boca abierta. Pero por el momento vayamos a ver a estos dos locos maravillosos que prometen cantarnos -y bailarnos- una canción que no olvidaremos en mucho tiempo. ¡Nos vemos en el Soho!
#SiempreGraZie
Sobre la autoría
Ángel de Quinta sueña con ser escritor, pero mientras eso llega…escribe. Y enseña cursos de humanidades a alumnos norteamericanos en la Universidad de Sevilla (Historia Cultural de España, Arte y Cultura en al-Andalus, Novela y Cine…). Es autor del libro de texto “Lecciones de Cultura y Civilización Española” (Ed. Diada, 2013), y como apasionado de las artes escénicas y en especial del teatro musical, publica periódicamente en su blog “Stage door” (angel-stagedoor.blogspot.com) para no alejarse demasiado de sus adoradas calles de Broadway. En los últimos años ha colaborado en diversas publicaciones con reseñas, críticas teatrales o artículos de diversa índole como la revista “Pop up teatro” o el blog literario “Editorial Acto Primero” (editorialactoprimero.com/blog/)
Escribir es recordar lo que nunca pasó, ojalá lo hubiera dicho yo pero ya lo hizo Siri Hustvedt, que me cogió la delantera. Traer de los desvanes de la memoria lo que se soñó y no se hizo, las vidas que se imaginaron y no se vivieron, o las que están por llegar sin aún intuirlo. Lo que no comprendo lo escribo, eso sí es mío –creo yo- y tal vez el motor principal que me impulsa a pelearme con el blanco pérfido e inmaculado del papel o de la pantalla. A ver quién gana hoy.
Si te ayudo a recordar lo que nunca existió o a comprender lo que no entiendes con mis humildes escritos, es gracias a GraZie Magazine y a la bondad de quienes la inventaron como un arma de construcción masiva, gracias a ellos y a ti por regalarme tiempo y atención. Siempre GraZie.