AUTENTICIDAD, ARROGANCIA, SERVILISMO

por Pedro Rodríguez Castañeda | Nuestro planeta, Pedro Rodríguez Castañeda

Autenticidad, Arrogancia y Servilismo

Por Pedro Rodríguez Castañeda

En la sociedad actual, después de haber llegado todos a la conclusión de que estamos en la época más evolucionada de la especie humana (homo sapiens), me surgen muchas preguntas que tienen difícil respuesta.

¿Cómo es posible que, trabajando incesantemente para mejorar la salud, seamos capaces de destruir el medio ambiente que es el garante de nuestro bienestar natural y del resto de las especies?

¿Por qué ante situaciones de emergencias naturales, ahora la emergencia o pandemia del COVID-19, los organismos internacionales OMS (Organización Mundial de la Salud), ONU (Organización de Naciones Unidas) y otras organizaciones relevantes sean incapaces de tomar posturas consensuadas para resolver o minimizar, todo lo posible, los efectos producidos?

Si estamos todos convencidos de que la mejor situación posible es la Paz, ¿por qué los países se esfuerzan por desarrollar armas de destrucción masiva?

Conocemos que la familia es la base de cualquier sociedad, ¿por qué nos esforzamos en destruirla?

Estas y otras muchas preguntas generalistas que seguramente todos nos hemos hecho, efectivamente tienen difícil respuesta. La razón fundamental es la falta de autenticidad, la arrogancia y el servilismo.

Autenticidad, Arrogancia y Servilismo

Puede ser que la causa más significativa de no conseguir respuestas sea la falta de conocimiento que tenemos de nosotros mismos. Recordemos que el conocimiento de sí mismo está forzado y condicionado por los centros emocionales de control situados en el hipotálamo y el sistema límbico del cerebro. Estos centros llenan nuestro consciente con todas las emociones (amor, odio, culpabilidad, miedo, etc.), y por su importancia han dado lugar a múltiples estudios antropológicos y ha sido referencia para los filósofos éticos que pretendían intuir los modelos del bien y del mal.

En este sentido, al gran filósofo canadiense Charles Taylor, autor entre otras obras, de “Fuentes del yo” y “La ética de la autenticidad”, le preocupaba la vinculación de las dimensiones cualitativas de la idea del bien con la identidad personal y colectiva, la matriz lingüística y social de esas dimensiones de valor y la indagación de los cambios de moralidad de las sociedades desarrolladas, asunto que parece tener poca importancia en este momento tan decisivo para nuestra supervivencia. La moralidad pública y privada ha quedado desarticulada, esto es nuestro principal problema moral y, también, nuestra mayor lacra.

La Sociobiología es la ciencia que estudia las bases biológicas de todo comportamiento social y, según mi criterio, puede ser una buena herramienta para ayudarnos a conseguir respuestas a las preguntas planteadas. La reproducción sexual, en la que nos encontramos, crea nuevos genotipos en cada generación, pero no causa evolución en sí mismo. Theodosius Dobzhannsky genetista ruso afirmaba:” la cultura no se hereda a través de los genes, se adquiere mediante el aprendizaje a partir de otros seres humanos”.

” la cultura no se hereda a través de los genes, se adquiere mediante el aprendizaje a partir de otros seres humanos”

Si, además, como ya manifestaron los investigadores Reynolds y Leibowitsz el sillar de casi todas las sociedades humanas es el núcleo familiar, hagamos lo necesario para potenciarlo. En este mismo sentir, conocemos desde hace miles de años para corroborarlo, que los sistemas de parentesco proporcionan al menos tres ventajas básicas:

  1. -Unen alianzas entre tribus y unidades subtribales y proporcionan una vía para la conflictiva emigración libre de los miembros jóvenes.
  2. – Constituyen una parte importante del sistema de trueque por el cual ciertos machos alcanzan la dominación y el liderazgo.
  3. – Sirven de mecanismo homeostático (tendencia a estabilizar las constantes biológicas) para observar a los grupos a través de los tiempos.

En una sociedad como la nuestra, donde los vínculos se extienden más allá de la familia para conseguir alianzas y acuerdos económicos, los sistemas se hacen más complejos. Pero las reglas morales, y esto es de gran importancia, no se han alterado significativamente desde las antiguas sociedades cazadoras-recolectoras. El hombre moderno actual es un actor en muchas y diferentes partes, con cambios constantes del medio que le ha llevado a alcanzar su límite y, con ello, ha perdido su identidad.

Autenticidad, Arrogancia y Servilismo

Todo lo expuesto anteriormente da una idea general del mundo actual y su evolución natural. Sin embargo, hay algo que deberíamos aclarar, por ser motivo de dialogo y de utilización política, casi siempre para conseguir beneficios y desde luego no para mejorar la sociedad. Me refiero a conocer si existe una predisposición genética para entrar en ciertas clases y representar ciertos valores o, por el contrario, todos estamos en la misma línea de salida.

El sueco Berndt Sören Dahlberg en 1947 demostró que, si un solo gen puede ser el responsable del éxito y auge del status, este podría concentrarse en las clases socioeconómicas superiores con rapidez. Richard Herrnstein eminente psicólogo y profesor de la Universidad de Harvard, aclaró, ahondando en la idea anterior, que los grupos socioeconómicos cada vez más se caracterizarían por diferencias genéticas basadas en la inteligencia y en otras cualidades como la creatividad, la capacidad de empresas, el empuje y el vigor mental. Sin embargo, los detalles culturales son, mayormente, adaptativos en el sentido darwiniano, aunque algunos pueden actuar directamente a través de una mejor supervivencia de grupo.

Retrocediendo a lo que ya decía anteriormente con respecto a que las reglas morales no han cambiado mucho, aun así, se pueden diferenciar claramente distintas líneas de pensamiento sobre el desarrollo moral, con grandes filósofos como defensores de cada una de estas corrientes:

-Utilitarista: Hume, Smith, Mill, y Stephen.
-Defensa del instinto: Freud y Nietzsche como máximos exponentes.
-Respeto a la sociedad: Durkheim
-Role-taking (toma de roles) socialmente organizado: G.H. Mead
-Características formales y cognitivas del desarrollo moral: Baldwin y Piaget

Cualquiera de estas corrientes filosóficas requeriría estudios en profundidad, por la aportación que han hecho al conocimiento. Mi inclinación, sin renunciar a ninguna de ellas, está perfectamente definida hacia Lawrence Kohlberg, psicólogo y filosofo estadounidense, por haber dedicado su obra al estudio del desarrollo moral, que no es otra cosa que el desarrollo del juicio ético, donde propone una educación moral evolutiva. Su contribución más destacada ha sido llegar a la conclusión de que hay un desarrollo natural en el pensamiento moral que no depende de la cultura y que puede comprobarse universalmente.

Me gustaría seguir desgranando este tema con profundidad, y espero poder hacerlo, desde otro formato que no sea a través de un artículo, pero antes de llegar a una recomendación final, permitidme que defina como aclaración general algunos conceptos que serán de ayuda para muchos lectores:

Moralidad: producto natural de una tendencia humana universal hacia la empatía o la actitud hacia los demás, la preocupación humana por la justicia, por la reciprocidad o la igualdad entre personas.

Desarrollo moral: movimiento progresivo hacia la fundamentación de los juicios morales sobre los conceptos de justicia.

Principio moral: modalidad de opción que es universal, regla de opción que desearíamos que todas las personas adoptaran siempre y en todas las situaciones.

Después de hacer una lectura detallada de estas líneas estoy seguro de que muchos lectores se pueden hacer alguna pregunta. ¿Esto que nos aporta? ¿Qué posición debo tomar para que sea la adecuada?

Es evidente que estas líneas no son más que una reflexión que, tal vez, pueden ayudar a pensar y actuar correctamente. En definitiva, para poder progresar satisfactoriamente en todos los sentidos, no solo con criterios economicistas o de poder, todos, pero especialmente los situados en una posición privilegiada, tenemos que hacer un análisis constante de nuestra propia identidad. Debemos conocer nuestras capacidades, la inteligencia, la fuerza mental, los deseos, los defectos y los fallos que hemos cometido para poder eludirlos en siguientes situaciones. Esta sería una excelente manera de involucrarnos para conseguir los mejores profesionales, en la política, la economía, la justicia, la educación y en todas las actividades que tienen valor.

Queridos lectores os propongo un sencillo ejercicio: cada uno puede hacer un somero análisis de su situación, de su entorno, del panorama político, etc. y ver si está satisfecho con el resultado obtenido. La opinión que puedo manifestar es que todos podemos hacer más y mejor.

La responsabilidad y la trascendencia del bien o mal hacer no es igual para todos, dependerá de la actividad que este ejerciendo. Tomando como referencia a los políticos, como máximos responsables de la organización y progreso mundial, me doy cuenta de que las preguntas iniciales, y otras similares no expuestas, difícilmente se pueden resolver satisfactoriamente, pues los políticos actuales son cada vez más arrogantes, serviles del dinero y falsos en casi todos y cada uno de sus planteamientos. Hagamos pues un esfuerzo continuado para que lleguen los mejores, si lo conseguimos, estaremos encontrando nuestra identidad reflejada y con ello ayudaremos a un mundo mejor.

#SiempreGraZie


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Sobre la autoría

Pedro Rodríguez Castañeda

D. Pedro Rodríguez Castañeda
Licenciado en Ciencias Químicas, especialidad Industrial, en la Universidad de Valladolid.
Máster en Dirección y Administración de empresas, por ESDEN. Máster en Formación para directivos Gustav Kaeser y Máster en estudios avanzados de Filosofía, por la Universidad Complutense de Madrid.
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
Resaltar, además de la formación, los trabajos realizados: dos años en la Universidad de Valladolid en la catedra de Química Orgánica, realizando la TESIS doctoral. Tres años como jefe de Laboratorio en Sociedad General Azucarera (SGA) y varios años trabajando con diferentes multinacionales del sector médico. Esta formación y experiencia me llevó a constituir mi propia empresa, PAIPEISA, S.A, a la que he dedicado más de tres décadas y donde he conseguido mucho más de lo esperado.

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