Deseos y Realidades

Por Pedro Rodríguez Castañeda

Imaginemos que un día de estos se nos presentara un mago maravilloso y nos dijera: “por nada o por muy poco os convertiré en lo que vosotros deseéis, pero para que sea efectivo y real os doy unos días para pensarlo”. Transcurrido un periodo corto, el mago regresa a nuestras vidas y pregunta: “¿ya sabéis como queréis ser?”, entonces, todos contentos, pero mayoritariamente algo indecisos contestamos: “nos gustaría ser altos, guapos, sanos y con dinero”. El mago se siente algo sorprendido, porque ninguno ha expresado el deseo de ser feliz, ni tampoco nadie ha especificado su deseo de ejercer una profesión determinada (médico, ingeniero, albañil, futbolista, empresario o político) para contribuir a un mundo mejor. Ante esta situación el mago manifiesta: “estamos en un mundo real, la magia es un engaño y solamente se produce como espectáculo en actos puntuales y pasajeros, pero para que este encuentro os resulte inolvidable, os aseguro que el mejor deseo para todos es el deseo de vivir con la verdad.

Si tenemos el deseo de conseguir la verdad y que la verdad coincida con la realidad, es decir, que la realidad no sea imaginaria o ficticia, estaremos haciendo un excelente trabajo que contribuirá a un mundo mejor. De esa manera evitaríamos las manipulaciones interesadas y, sobre todo, no necesitaríamos excentricidades, ni tampoco, precisaríamos realizar esfuerzos que conduzcan a lo etéreo.

La verdad no es otra cosa que la coincidencia entre una afirmación y los hechos expuestos para corroborarlo, pero claro, siempre hay, o puede haber, quien afirme que la verdad no existe, que es relativa y no absoluta, que puede ser subjetiva, objetiva e incluso intersubjetiva, ontológica o epistemológica, material o formal, sin descartar otras posibles matizaciones. Por la importancia que ha tenido, y tiene, el concepto de verdad, ha sido motivo de estudio filosófico, lógico e incluso teológico, que sería imposible desarrollar en este momento. Sin entrar en la variedad de matizaciones posibles e infinidad de estudios que aún siguen haciéndose desde la antigüedad, podemos admitir, por coincidir con la idea generalizada de la mayoría de las personas que la verdad es honestidad, buena fe y sinceridad. Si a lo anteriormente expuesto, añadimos que la antropología filosófica nos confirma que los seres humanos preferimos la verdad a la falsedad y la certeza a la duda, ¿por qué nos vemos entonces en esta situación, de incertidumbre constante?

DESEOS Y REALIDADES

Para poder dar contestación a esta pregunta, intentaré, de forma sencilla, hacer algunas consideraciones que puedan ayudarnos a recuperar algunas ideas, sobre todo, después de vernos envueltos en esta pandemia, que durará y que tendrá efectos muy negativos a corto plazo, favoreciendo actuaciones del poder establecido poco recomendables.

Este mundo actual globalizado y tremendamente técnico, con una digitalización necesaria y acelerada, nos obligará a reconsiderar algunas actitudes valoradas normales en lo cotidiano. Me refiero, sobre todo, en las actitudes de los responsables de nuestra vida política, económica y social, resaltando o enfatizando la utilización interesada y a veces desproporcionada de los medios de comunicación, influyendo u obligando a crear opiniones determinadas en la sociedad en beneficio propio, deformando la verdad, cuando no, mintiendo para conseguir sus objetivos. Estoy hablando del periodismo, TV, radio, cultura, escuelas y redes sociales. Para poder tener éxito en esta tarea es preciso articular mecanismos ajenos al poder establecido para controlar, denunciar y responsabilizar a los dirigentes de sus actos contrarios a la moral, en definitiva, aplicar la ética de manera contundente y eficaz.

Sería pretencioso pensar que un problema tan extendido en tiempo y forma, como es el citado, pudiera resolverlo con unas líneas a través de este comentario, pero si me lo permiten, expondré acciones concretas que den lugar a la reflexión y sean tenidas en cuenta por los partidos políticos, no solo en sus programas, sino a la hora de implementarlo y después controlarlo.

1.- Las democracias actuales están muy sobradas de políticos y de ideologías, lo cual nos confirma su interés por el poder, cuando el único interés debería ser el bien del ciudadano. Para acercarnos a este objetivo, se necesitaría que los que se dedican a este oficio de la política fueran los más preparados intelectualmente, pero, sobre todo, los más estables emocionalmente con experiencia en dirección y gestión. Esto es evidente que no se cumple y necesitamos verdaderos líderes, no aprendices. Refiriéndome a nuestro país España, existen además algunas características específicas añadidas. El sistema autonómico actual es imposible de sostener económicamente y ha creado una situación de enfrentamiento político que es preciso revisar en profundidad. En mi opinión, se podrían mantener las autonomías para la gestión de recursos, pero siendo los estatutos de autonomía solamente con este fin y todos iguales, sin necesidad de Parlamentos Autonómicos, sin Gobiernos paralelos y sin el sistema actual establecido. La justicia, la educación, la sanidad y los datos utilizados han de ser universales y reales para que sean conocidos por todos los ciudadanos.

2.- Todos los responsables políticos, económicos y sociales no deberían beneficiarse de privilegios en servicios prestados por el Estado, pensiones, sanidad o cualquier otro aspecto y así ha de legislarse. Esta es una reivindicación ciudadana solicitada desde hace ya mucho tiempo, pero los partidos estando siempre, o casi siempre, en desacuerdo con cualquier cuestión planteada por otro grupo, siempre están todos de acuerdo en los tratos de favor.

3.- La soberanía del pueblo ha de estar en el Parlamento, pero no son necesarios tantos diputados. Tampoco es necesario el Senado con las funciones actuales y, además, debe eliminarse el poder absoluto actual con el que cuenta el Gobierno y conseguir que la separación de poderes establecidos por la Constitución se cumpla de verdad. Si tenemos al Poder Judicial como garante, de ninguna manera este organismo debe ser nombrado por los políticos, tal y como sucede en la actualidad.

4.- El Gobierno nunca debería utilizar los recursos de los ciudadanos para subvencionar medios de comunicación y de propaganda de forma partidista. Los periódicos y el resto de medios han de ser independientes, con códigos éticos estrictos, exigiendo datos y documentos que avalen la información y, sobre todo, denunciando cualquier situación contraria a lo anterior de forma sencilla e inmediata. Si esto no se cumple, se convierten en cadena de trasmisión del grupo político correspondiente o del grupo de poder económico que les sustente.

5.- Se debe eliminar cualquier otra subvención, sea empresarial, cultural, política, sindicatos, o ideológica para evitar corrupción y malos usos. Este es un apartado de suma importancia, ya que revela con claridad la situación en la que vivimos de colaboración entre la cultura y la política, dirigida, casi siempre, con apoyos económicos para conseguir votos. Parece más razonable que todos podamos utilizar nuestro dinero para aquello que consideremos más apropiado, sea cultura, empresas, sindicatos, fiestas, solidaridad o cualquier otra actividad sin ser dirigidos por nadie.

DESEOS Y REALIDADES

Podría seguir enumerando situaciones muy conocidas por la mayoría de ciudadanos en este mismo contexto, pero lo importante es la acción. Esta tarea no es fácil, sobre todo, por la dificultad de implementar acciones individuales. Si adoptamos la verdad como referencia y nos esforzamos conseguiremos resultados. Max Weber extraordinario filosofo, historiador, politólogo y sociólogo alemán se refería a los políticos de esta manera:” Hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política.”

#SiempreGraZie


BANNER Redes Sociales GraZie Magazine LIKE

Sobre la autoría

Pedro Rodríguez Castañeda

Pedro Rodríguez Castañeda

D. Pedro Rodríguez Castañeda
Licenciado en Ciencias Químicas, especialidad Industrial, en la Universidad de Valladolid.
Máster en Dirección y Administración de empresas, por ESDEN. Máster en Formación para directivos Gustav Kaeser y Máster en estudios avanzados de Filosofía, por la Universidad Complutense de Madrid.
Doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid.
Resaltar, además de la formación, los trabajos realizados: dos años en la Universidad de Valladolid en la catedra de Química Orgánica, realizando la TESIS doctoral. Tres años como jefe de Laboratorio en Sociedad General Azucarera (SGA) y varios años trabajando con diferentes multinacionales del sector médico. Esta formación y experiencia me llevó a constituir mi propia empresa, PAIPEISA, S.A, a la que he dedicado más de tres décadas y donde he conseguido mucho más de lo esperado.

Ir al contenido